jueves 28 de marzo de 2024
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Por qué Popcorn Time nos cae bien

Algunas razones por las que nos gustó la corta pero intensa aventura de Popcorn Time, por las que lamentamos su cierre y por las que esperamos que vuelva pronto, de la mejor manera posible:

1) Era de codigo abierto
Desde el minuto cero el programa se distribuyó como open source. Cualquier podía ver el código, contribuir a mejorarlo (llegaron a ser 50 colaboradores que no se conocían entre sí) y hasta hacer una versión propia acorde a sus necesidades. Gracias a este modelo lograron, a 24 horas de lanzado, traducirlo íntegro a seis idiomas.

2) Costó 5 dólares
Para los que se escudan en lo costoso que es para la industria implementar desarrollos de este tipo, esta aplicación es la demostración de que con una buena idea el dinero es lo de menos. En palabras de su desarrollador: «no tenemos servidores ni hosteamos nada. Creo que lo único que pagamos fueron cinco dólares por el dominio».

3) No tuvo afán de lucro
Nació como un proyecto gratuito, sin publicidad, spyware o barras que se instalan sin que el usuario lo desee. Ni siquiera había que registrarse para bajarlo.

4) No era Cuevana ni Taringa
A diferencia de las otras dos experiencias argentinas similares. Popcorn Time no se escudaba en una marginalidad transgresora para, en el fondo, vender publicidad y a la larga terminar aliándose o sometiéndose a sus victimarios. Como no pasaba con sus predecesores, acá el diseño era elegante, estético y fácil de usar. En dos clicks se podía ver una película con subtítulos en Full HD sin saber nada de tecnología.

5) Sus creadores no se la creen
En esto también hay una diferencia con los otros «pioneros vernáculos», siempre listos para ser tapas de revistas y hacer declaraciones rimbombantes. Los tres creadores de Popcorn Time tuvieron un bajo perfil, concediendo contadas entrevistas y poniendo la aplicación por delante de sus egos. «Todo el quilombo viene cuando sale una foto tuya en la Rolling diciendo ‘voy a romper la industria’», dice uno de ellos.

6) Hacer fácil lo difícil
La aplicación nació con un objetivo chico, pero loable: «para facilitarle la vida a amigos que no se animaban a usar BitTorrent y siempre preguntaban cómo hacerlo, se quejaban de que era difícil o no entendían las aplicaciones disponibles. Es una prueba, una demostración y es el desafío de hacer una interfaz simple para algo tan complejo para algunos usuarios, demostrar que se podía es el objetivo, que mi madre pudiera hacerlo», declaró el creador Federico Abad. Popcorn Time no fue la primera aplicación que hace streaming de torrents, pero sí fue la que lo hizo mejor y más fácil. Que en menos de un mes y sin publicidad se haya descargado un millón de veces es la demostración de que los torrents son una herramienta útil, pero que había una gran necesidad de simplificar su uso.

7) También innovó
Aunque los mentores de Popcorn minimicen su obra, además de ser «nada más» que un puente entre los torrents y los usuarios, también tuvieron una característica original: que yo sepa, no había hasta ahora ninguna herramienta que buscara y ensamblara automáticamente los subtítulos en tiempo real, ventaja nada menor para  mercados que no hablan inglés. Ace Stream, lo más parecido que hay a Popcorn Time, obliga a insertar la URL del subtítulo o a cargarlo.

8) Es argentina
Permítanme un poco de chauvinismo. Pero no (solo) por el orgullo barato que produce haber nacido en el mismo lugar que sus creadores, a lo Messi o el Papa. Sino porque el ADN de la aplicación se concibió con una mentalidad argentina: hacer mucho con poco, atar (APIs) con alambre, ver una solución simple donde otros la complicaban y, admitámoslo, algo de viveza criolla.

9) El costado cultural
Popcorn Time sirvió para volver al ya trillado debate sobre lo gratuito, el copyright, la piratería y afines. Pero el público se renueva y los lugares comunes de Campanella (el villano en esta historia) necesitan ser respondidos. A punto tal sivió el debate que el mismo Campanella pasó de insultar y bloquear en Twitter a los que lo criticaban a reconocer algunos de los argumentos y hasta a plantear un Netflix Latinoamericano (?). Desde el humor, dieron origen al hashtag Netflix Argentino y al Falso Campanella.

10) No es ilegal…
En la nota de cierre, se encargan de remarcar que «como proyecto, Popcorn Time es legal. Lo verificamos. Cuatro veces». En una entrevista lo amplían: «no indexamos contenido ni títulos, no subimos películas, el código es totalmente libre y gratuito, usamos APIs consultando, no guardamos ni información de usuario ni estadísticas de uso, el usuario es completamente libre y no hay un fin económico ni de publicidad, todo es para que el usuario tenga una excelente experiencia, es un experimento, una anécdota». Nada que haga que un juez en su sano juicio los condene por piratería.

11) … igual lo destruyeron …
No siempre ganan los buenos. Mega borró el archivo de descarga y ellos decidieron parar la pelota, temiendo tener que afrontar los costos de una demanda de los grandes de la industria del cine. 

12) … pero es imparable
Popcorn Time cerró, pero vuelve, gracias a la naturaleza de código abierto de la app, de la mano de YTS, un jugador con más espaldas para resistir los embates de la MPAA y la RIAA. Y, como dice Fabio, es imparable. Porque aunque YTS sea enjuiciada por ser, además de distribuidora, generadora de contenidos, ya habrá otros que reconviertan y repliquen el código.

Por todo esto es que decimos: «Los muertos que vos matáis gozan de buena salud ¡Gracias Pochoclín!».

pochoclin

Diego Rottman
Diego Rottmanhttps://www.malaspalabras.com/
Diego Rottman es Licenciado en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires. Director de la agencia DataPress Multimedia y del portal argentino Periodismo.com. Es autor con Jorge Bernárdez de dos libros sobre periodismo y medios: «Ni yanquis ni marxistas, humoristas» (Editorial de Belgrano) y «La Rebeldía Pop» (Planeta). En 1997 publican la primera novela argentina en Internet, «Vida de Averchenko». Como director de la agencia DataPress Multimedia ha realizado desde 1994 trabajos periodísticos especialmente orientados a gráfica impresa e Internet.
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