jueves 28 de marzo de 2024
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Estela y Guido: una historia de amor

A Estela Barnes de Carlotto le secuestraron a su hija Laura en noviembre de 1977. Hasta entonces era una simple maestra y ama de casa. Antes habían detenido a su marido, por el que tuvo que pagar un rescate. Luego se enteró que su hija estaba embarazada y que había parido esposada en la cama de un hospital militar. También le contaron que sólo pudo tener al bebé durante cinco horas. Después de golpear decenas de puertas en juzgados y despachos oficiales, logró una promesa de restitución pero lo que le devolvieron fue el cuerpo de su hija con un disparo en la cara. Pasó los últimos 36 años buscando a su nieto, Guido, y a otros cientos de hijos de desaparecidos. En este tiempo de angustia pudo haber afilado el rencor pero sólo acunó la memoria y la idea de justicia. Sus primeras palabras ante la impactante noticia fueron: “Gracias a la vida, gracias a Dios… no me quería morir sin abrazarlo”. Esta vez, desde su propio drama personal, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo se volvió a elevar como un símbolo de la ética, el coraje civil y el compromiso democrático.

Pueden rastrearse en esa actitud y entereza las razones que originaron un sentimiento colectivo de alegría en gran parte de la sociedad argentina y que fue fácilmente detectable en las redes sociales. Las muestras de satisfacción no tenían distinciones políticas ni ideológicas. Guido no sólo es el nieto recuperado número 114, lo que de por sí es trascendente; representa también la coronación de años de una lucha incansable. Estela de Carlotto lo explicó con precisión: “los buscamos toda la vida, ahora ellos vienen a nosotros, vamos a seguir, quedan 400 más… en esta casa no se duerme”. Esa vigilia de ojos abiertos de las Abuelas de Plaza de Mayo es la que redime a la democracia argentina de cualquier retroceso u olvido.

Ignacio Hurban, la identidad con la que fue criado Guido, es un músico de 36 años que reside en Olavarría. Como otra paradoja del destino fue su tía Claudia Carlotto, titular de la Comisión Nacional del Derecho a la Identidad, la encargada de comunicarle la noticia. Ayer por la mañana la funcionaria confirmó que los padres adoptivos de Guido “son gente de campo que no tiene ninguna relación con la represión”. Se llaman Juana y Clemente trabajan en un campo de Olavarría. De todas formas, la investigación seguirá su curso para asignar responsabilidades vinculadas a la apropiación del menor. Uno de los amigos del músico contó que esa era una de sus preocupaciones a la hora de decidir sobre la búsqueda de su identidad: cómo tomarían la noticia sus padres de crianza. La idea de la familia de Estela es que el encuentro incluya a su familia paterna, la mamá y el hermano de Oscar Montoya, alias “el puño”, la pareja de Laura Carlotto y del que poco se sabía. Su abuela paterna, Hortensia, tiene 90 años, vive en Caleta Olivia y no ve la hora de reunirse con su nieto. “Recibimos esto con una alegría inmensa. Lo quiero ver, abrazar, saber que es mi nieto”, dijo “la otra” abuela.

Tanto Estela como Hortensia usaron la misma palabra: reparación. “Para él, para mi familia, para la sociedad”, explicó Carlotto. La Presidenta de Abuelas sabe de qué habla. Al plan sistemático de apropiación de bebés le contrapuso un plan sistemático de búsqueda de los nietos. La idea de reparación del daño es un concepto muy utilizado en medicina. Y de eso se trata, sanar el cuerpo social con verdad, memoria y justicia. Gracias a su convicción e inquebrantable voluntad se logró incorporar la tecnología que permitió los cotejos de ADN y, por consiguiente, la recolección y conservación de las muestras necesarias para las comparaciones genéticas. “Los chicos están y los seguimos buscando”, repite. Pero ahora también los nietos buscan a las abuelas. Y ese es el logro complementario de una de las instituciones más prestigiosas del país. Por eso se tomó unos minutos para destacar las distintas iniciativas de difusión de los exámenes genéticos, en especial la última, protagonizada por los jugadores de la selección argentina de fútbol: Javier Mascherano, Leonel Messi y Pocho Lavezzi. “Hace diez mundiales que te buscamos”, advertía el aviso.

Ignacio/Guido es un ejemplo de los efectos de esas convocatorias. Decidió hacerse los exámenes voluntariamente al dudar sobre su identidad. Cómo un misterioso llamado de la sangre, es músico como su padre y como varios de su parientes de la familia Carlotto. En una de sus cartas, Estela, lo imaginó músico de jazz y, curiosamente, ése es uno de los géneros que Ignacio Hurban suele interpretar. También participó del ciclo Música para la Identidad y hace dos años a propósito de la recuperación del nieto 106, Pablo Javier Gaona Miranda, Ignacio escribió en Twitter: “las mejores cosas no son cosas”.

En su primer contacto con la prensa después de la noticia que soñó en las últimas cuatro décadas, Estela de Carlotto no perdió la oportunidad de reivindicar a todos los gobiernos democráticos desde 1983. Porque según dijo, “todos permitieron algún avance” en el camino de la verdad. Es difícil pensar la recuperación de identidad de los nietos sin el juicio a las cúpulas de las Juntas Militares impulsado por Raúl Alfonsín. Y eso no implica soslayar las leyes de impunidad sancionadas en ese período. Hasta rescató algo del gobierno menemista, que intentó consolidar los indultos a los responsables del Terrorismo de Estado, al señalar que se creó el banco de datos genéticos. Y destacó la decisión del gobierno de Néstor Kirchner de convertir el tema derechos humanos en una política de Estado e impulsar los juicios a los represores. Por su acercamiento a la gestión kirchnerista, suele acompañar en muchos actos a la presidenta y no fueron pocas las veces en las que tuvo que responder a las acusaciones de cooptación política por parte del gobierno. “No solamente dicen que fuimos cooptados, también dicen que somos oficialistas. Ni una cosa ni la otra. Nosotras somos mujeres muy mayores, llevamos 35 años de lucha, hemos transitado la dictadura, que fue la que nos convocó a esta tarea al cambiarnos la vida radicalmente y nos acercamos a todos los gobiernos democráticos. Yo podría decir que nosotras cooptamos a Kirchner porque él terminó impulsando la agenda de los organismos de derechos humanos. Yo hubiese estado cerca de cualquier presidente que nos hubiese acompañado y se lo propuse a todos”, explicó.

Si bien el abrazo de Estela con su nieto puede aparecer como un final feliz es apenas un paso más en un largo camino hacia la verdad y la justicia. Faltan 400 nietos todavía. Pero la recuperación de Guido convierte a una saga siniestra en una historia de amor. La de Estela con Laura y con su hijo. La de un país con las Abuelas de Plaza de Mayo.