viernes 19 de abril de 2024
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Candidatos a la intemperie

Una buena manera de medir el impacto que tuvieron los resultados de las PASO sobre las aspiraciones de los principales candidatos a la Presidencia es comparar lo que ocurrió en las elecciones con sus expectativas previas.

En la mañana del 9 de Agosto mientras Karina Rabolini le untaba una tostada con queso crema, el gobernador Daniel Scioli le confesó cuál era su principal aspiración para esa jornada: alcanzar el 40 por ciento de los votos y superar por diez puntos a Mauricio Macri. Con ese resultado la sensación de un triunfo en primera vuelta en octubre próximo quedaría instalada.

Ese domingo, mientras Macri le untaba una tostada con dulce de arándanos a su mujer Juliana Awada, le contó cuál era su gran objetivo electoral: polarizar la elección con Daniel Scioli, quedar lo más cerca posible del gobernador y, a la vez, lo más lejos de Sergio Massa. De esa forma quedaría impuesta la idea de que la elección presidencial se resolvería sólo en segunda vuelta.

Esa misma mañana amaneció con lluvia en Tigre. Mientras Sergio Massa colocaba un touch de dulce de leche a su tostada y su esposa, Malena Galmarini, hacía la misma operación pero sobre una galleta de arroz, le contó su deseo inmediato: romper la polarización Scioli-Macri que “instalaron los medios”, cosechar un número de votos superior a dos dígitos y quedar lo más cerca posible del Jefe de Gobierno porteño.

Un día después de estos desayunos familiares, ninguno de los tres candidatos quedó del todo conforme con los resultados. Sus esposas tampoco. Daniel Scioli fue el candidato más votado pero no logró el ansiado diez por ciento de diferencia con Cambiemos, la alianza integrada por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, y si bien el gobernador le sacó una gran ventaja en lo individual (14 puntos sobre Macri), no es seguro que pueda imponerse en primera vuelta. Otro dato: le fue muy bien en la mayoría de las provincias argentinas pero en Buenos Aires obtuvo quince puntos menos que en 2011.

Macri se convirtió en el principal opositor. Celebró además la buena elección de María Eugenia Vidal, su candidata en Buenos Aires, quien fue la más votada individualmente (aunque el Frente para la Victoria, con sus dos candidatos en pugna, logró el 40 por ciento) y que la distancia con Scioli no haya superado la simbólica barrera del diez por ciento. La mala noticia es que no logró polarizar.

Sergio Massa quedo tercero muy lejos de Scioli pero hizo una buena elección y sigue en la pelea. Junto a De la Sota sumaron el 20 por ciento de los votos. La elección de Octubre será una discusión de tres y no de a dos, dicen cerca del ex intendente de Tigre.

Un párrafo aparte merece la decisión de Daniel Scioli de viajar a Italia el miércoles pasado en medio de las inundaciones que afectan a miles de bonaerenses. Desde la gobernación adujeron cuestiones vinculadas al tratamiento médico periódico que cumple sobre su brazo y reuniones con empresarios e inversores. Las razones del viaje no están en discusión, el problema es la oportunidad. Como alguna vez lo hizo Macri, de vacaciones en Brasil cuando media capital estaba inundada o el intendente de La Plata, Pablo Bruera, quien trucó una foto que lo mostraba trabajando con los inundados mientras estaba de viaje, Scioli brilló por su ausencia. Ante el aluvión de críticas decidió regresar al país apenas pisó Roma. Nunca debería haber viajado.

La del domingo fue una foto perfecta de cómo está cada uno al momento de inciar la batalla final por la Casa Rosada. Daniel Scioli buscará los votos que le faltan para ganar en primera vuelta primero entre los peronistas (intentará seducir a una parte de los votantes de De la Sota, Massa y Adolfo Rodríguez Saá). Si bien De la Sota ratificó su apoyo a Massa, su sucesor en la gobernación, Juan Schiaretti, ya negocia con Scioli. Apuesta a que a muchos les pase lo que enunció el diputado del Frente Renovador, Facundo Moyano, “yo voto a Massa pero si hay balotaje no voy a votar a Macri, ese es mi límite”, dijo el dirigente sindical del gremio que agrupa a los trabajadores del Peajes. El gobernador irá también por parte del electorado progresista.

Mauricio Macri tendrá que retener los votos de sus socios en la coalición Cambiemos (el radical Ernesto Sánz y la inclasificable Elisa Carrió le aportaron un 6 por ciento de los sufragios). El temor es que algunos radicales o independientes –Martín Lousteau, es un ejemplo– rechacen acompañar a Macri por su perfil conservador y se inclinen por Margarita Stolbizer. También tiene que mejorar la cosecha de votos en el norte argentino (le fue muy mal allí) y en Buenos Aires. Su candidata en el principal distrito del país, María Eugenia Vidal, y el propio Macri cuestionarán directamente al candidato oficialista Aníbal Fernández. Tratarán de imponer una idea en forma de pregunta: “¿Quién querés que te cuide Aníbal o María Eugenia?”, aprovechando las denuncias periodísticas que pesan sobre el Jefe de Gabinete.

Si bien planteó la necesidad de hacer acuerdos programáticos y llamó al diálogo a los otros candidatos opositores, Sergio Massa está decidido a dar pelea. Según los especialistas en sondeos y encuestas, como tercero en discordia, es a quien le costará más retener sus votos (14 puntos propios y 6 impulsados por De la Sota). Su apuesta es crecer en Buenos Aires a costa de Scioli y a partir de una campaña de propuestas concretas presentarse como un opositor más racional y previsible que Macri.

La elección está abierta. Los tres candidatos con más posibilidades de suceder a Cristina Kirchner saben que todo puede pasar. No deben distraerse ni cometer errores. Ninguno de los tres tiene el futuro político asegurado.