martes 19 de marzo de 2024
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Usan autos chocadores para aprender a manejar

En un país en donde a las mujeres no se les permite conducir, los autos chocadores se convirtieron en una original alternativa a los automóviles reales. A diferencia de los hombres, que aman chocar sus carros entre sí más que nada en el mundo, las mujeres de Arabia Saudita prefieren ir una junto a la otra, mientras perfeccionan sus habilidades de conducción.

Por razones que son difíciles de entender en el mundo occidental, a las mujeres en Arabia Saudita les está prohibido conducir. A pesar de los avances hacia los derechos de las mujeres bajo el reinado de Abdullah antes de su muerte, la corona actual, el príncipe Mohammed bin Salman Al-Saud, dijo recientemente que la comunidad Saudi «no está convencida de que las mujeres deban conducir». Es difícil predecir si las cosas van a cambiar alguna vez en ese sentido, pero, mientras tanto, las mujeres sauditas han encontrado una ingeniosa manera de practicar el manejo: los autitos chocadores.

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Durante la noche semanal “sólo para mujeres” en el parque de diversiones Al Shallal, en la ciudad de Jeddah, las mujeres llegan con sus largos vestidos negros y pañuelos en la cabeza, y disfrutar de unas horas de libertad, y sin miedo a romper la ley.

Pero de acuerdo a una nota reciente del Wall Street Journal, el mayor atractivo de este escape semanal son los autitos chocadores del parque. Sólo que en lugar de estar constantemente chocando entre sí (como suelen hacer los hombres), prefieren gastar los aproximadamente cinco minutos yendo por detrás de la rueda, evitándose las unas a las otras, y disfrutando de un manejo suave.

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«Les encanta conducir los coches», dijo la documentalista Aman al-Abadi, acerca de las mujeres que siempre forman largas colas para las cortas pero dulces clases de conducir. Tratan de evitarse lo más que pueden, y el pequeño golpeteo que se produce a menudo es por causa de que una de las conductoras trató de tomarse una selfie, y aparta los ojos de la «carretera».

Arwa al-Neami comenzó a documentar el fenómeno en 2014, cuando recibió una extraña reacción de las otras «conductoras» femeninas. Se subió a uno de los autitos por primera vez en muchos años, y decidió perseguir a los otros coches con la intención de toparse con ellos. Su idea de diversión se chocó con muchos gritos de enojo. «Ellas gritaban: ‘Por favor, no me golpee! Estoy tratando de conducir!'», recuerda la artista. Desde entonces, ha estado siguiendo el fenómeno como parte de un proyecto de arte llamado Never Never Land.

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