jueves 28 de marzo de 2024
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«La Gobernadora», de Mara Laudonia

LAUDONIA La gobernadora

¿Quién es María Eugenia Vidal, la mujer que con poco más de 40 años, sin peso territorial ni aparato político, logró vencer al poderosísimo PJ bonaerense? ¿Podrá Vidal llevar las riendas en una provincia “quebrada”, enquistada por la mafia del juego y el narcotráfico? Separada a poco de asumir, ¿podrá lidiar con la crianza de sus tres hijos, todavía en edad escolar? ¿Quién saldrá a enfrentarla dentro de su propio partido si le va bien?

En este libro, Mara Laudonia se acerca a un personaje distinto y entrevista a todos los que, conociéndola íntimamente, pueden explicar las raíces y pronosticar los alcances de su espectacular irrupción política.

A continuación un fragmento, a modo de adelanto:

Capítulo 7 – El no de Michetti, la oportunidad de Vidal

La noche del 26 de septiembre de 2012, Mauricio Macri escuchó de Gabriela Michetti lo que no quería oír; la mujer con mejor imagen en ese momento del Pro se negaba a bajar a la provincia para cumplir el objetivo de su jefe político, de ampliar el territorio en el distrito más grande del país de cara a las legislativas de 2013, primero, y las presidenciales de 2015, después. La definición, que había generado mucha expectativa en el mes de la primavera, tuvo lugar durante una cena que ambos mantuvieron con sus respectivas parejas, Luis Tonelli y Juliana Awada.

El pedido de Macri y el operativo glamour, promovido por el resto de los dirigentes del Pro sobre su candidatura en la provincia, no lograron convencerla para nada. Aunque no lo dijera abiertamente a la prensa, Michetti creía que tenía una gran oportunidad en Capital para pelear por el trono de la próxima gestión y se negaba a ir a un territorio donde el macrismo era menos que visitante. Sólo la intendencia de Jorge Macri en Vicente López mantenía vivo el partido por fuera del radar de la Capital Federal. “Me siento representante de la política y los vecinos de la ciudad de Buenos Aires porque es esto lo que conozco y lo que vengo trabajando hace diez años”, declaró Gabriela.

Sin opción, Macri comenzó a barajar y dar de nuevo para buscar un “Miguel del Sel bonaerense” que le permitiera sumar en su proyecto de convertirse en Presidente en las elecciones de 2015.

El año 2013 arrancó tumultuoso para un Pro que no encontraba candidato propio para la provincia y se veía en la necesidad de emprender un coqueteo con Francisco de Narváez y Sergio Massa. La decisión de Michetti no sólo había molestado sobremanera a Macri sino también al larretismo, que veía palos en la rueda para proyectarse electoralmente en Capital. En cuanto a Vidal, que hasta entonces había seguido al pie de la letra los planes de Horacio, ahora parecía enviar señales de querer retobarse y comenzar a hacer un juego propio.

A mediados de ese año, caídas las posibilidades con Massa y De Narváez de un acuerdo sobre el candidato para una futura gobernación, el macrismo analizó bajarse de la contienda en la provincia y no presentar candidatos propios para diputados. Hubo solo algunas alianzas puntuales en cargos menores, como concejales, de algunos dirigentes del Pro que compartieron la lista de Massa para no perder poder territorial, como fue el caso del marido de Vidal, Ramiro Tagliaferro en Morón.

De esta forma, Macri y el Pro dejaron para después de octubre de ese año la decisión sobre quién sería el elegido del Pro para aterrizar en la provincia.

El de mayores chances al momento era Jorge Macri, el único del partido con un distrito bonaerense. Macri tenía mucha estima por su primo, pero había una clara incomodidad de ir con ese apellido en la boleta (Macri-Macri), cuando de parte de ellos esa era una crítica al kirch nerismo. Sin embargo, Macri no dijo nada, y lo dejó caminar la provincia para ver qué pasaba.

Mauricio escuchó a sus colaboradores y, por distintas razones, comenzó a surgir el nombre de María Eugenia Vidal. Por un lado, el larretismo fogoneaba a María Eugenia para postularse en la provincia. Aunque a simple vista se pudiera advertir que el apoyo era por ser una chica de su riñón, allegados a Larreta coincidieron en remarcar que Vidal comenzaba a representar una amenaza para sus propios planes de candidatearse en la contienda de la ciudad, donde también estaba metida Michetti. Ni lerdos ni perezosos, los horacistas comenzaron a venderles diplomáticamente el esquema a sus filas, “es Vidal en la provincia, es Horacio en la ciudad”.

En esta etapa de la contienda, a Michetti y a Larreta los unía simbólicamente el espanto por la figura emergente de Vidal, al punto que, ante los medios, parecían haber firmado una tregua en su histórica pelea, con el objetivo de dejar a dos, y no a tres, en la carrera por la jefatura porteña en 2015. “Entre Larreta y Vidal, elijo a Larreta”, sorprendió una Michetti mordaz, en declaraciones radiales.

Michetti siguió con su lengua filosa. También por radio sostuvo que se llevaba mejor con Rodríguez Larreta que con Vidal. En verdad, recuerdan allegados al entorno de los funcionarios: “Vidal estaba siempre molestando con su presencia a Michetti porque era un poco el rol que le asignaba Horacio en su pelea contra Gabriela”. Y eso era lo que dejaban trascender a los medios. Vidal, sin embargo, nunca tuvo declaraciones peyorativas acerca de Gabriela ante la prensa, fiel a la receta de su jefe, Larreta, una posición que él mismo aplicó con la actual vicepresidenta cuando compitieron luego por la precandidatura en la ciudad, en 2015.

El repunte en imagen que había tenido Vidal en la ciudad, tras las inundaciones de abril, y su actitud de poner la cara en los casos difíciles habían incomodado a Larreta más de la cuenta. Tanto que él buscó alejarla de la pantalla de los medios tras los episodios de las inundaciones, según fuentes allegadas a ambos. Fue así que, en 2013, María Eugenia sufrió un gran costo político interno por sus apariciones y tuvo uno de sus primeros roces fuertes con Horacio, después de quince años juntos. “Al principio, ella iba y no evaluaba políticamente si le convenía o no. Pero lo cierto es que nadie quería poner la cara en situaciones de conflicto, la mandaban a ella”, comentaron esos allegados. Quienes también se encargaron de aclarar que “al ser Horacio y María Eugenia muy amigos, si tenían un problema, lo resolvían, pero entre ellos”.

Así, sin proponérselo al menos inicialmente, Vidal resultaba una figura amenazante para los planes de su padrino político, quien demostró siempre, no obstante, altura política y nunca soltó ningún tipo de comentario negativo en contra de su discípula.

Los leales a Vidal, un subgrupo de larretistas — es decir, no michettistas—, veían chances electorales de que María Eugenia fuera candidata en la ciudad y querían probar suerte. Fueron con ese planteo a la vicejefatura. Vidal se dejó seducir con la idea, evaluó las posibilidades y se entusiasmó al pensar en una candidatura para la ciudad. Creía que ya era su hora, luego de haber demostrado lealtad incondicional a ambos jefes, tanto a Mauricio como a Horacio, y de haber ascendido varios escalones en el Pro.

Aunque no fuera a promoverlo demasiado si llegaba a encontrar resistencia. “María Eugenia no iba a hacer nada en contra de Horacio”, remarcan en su círculo político. La vicejefa porteña tenía mucho respeto por Horacio, y sus chances se reducían a que, por alguna razón, Macri se decidiera por ella a la hora de dirimir. Probabilidades electorales no faltaban, debido al poco carisma inicial que aún despertaba el jefe de Gabinete de Macri entre los porteños, según las encuestas que manejaba el partido. Y pensar en una eventual interna con Michetti hubiese sido otra pelea entre las figuras más humanizadoras del Pro. Sin embargo, una podía realzar su figura ejecutiva en la gestión y mostrar a la otra mejor ubicada en el ámbito legislativo, como la veían los larretistas. Pero, finalmente, la idea de la vicejefa tuvo corto alcance.

¿Lugar para tres en la contienda? No, no había. Fue Macri, tajante, quien le vino con un baldazo de agua fría a su preferida, por primera vez. “En esta pelea, vas a salir perjudicada”, le dijo sin tapujos. Y agregó: “Están Horacio y Gabriela, y yo voy a apoyar a Horacio. Y con Gabriela, meterte ahí no te conviene”, concluyó. Enseguida, Macri fue con una contrapropuesta: “Yo necesito el voto en provincia, te vamos a dar vuelo, te vamos a dar bola, te vamos a necesitar nosotros. Si bien salís de la capital, te vamos a necesitar. En provincia vos tenés todo el campo abierto para construir y para crecer vos y para que te conozcan”.

Nuevamente, Macri le venía con “un desafío que parecía imposible”, según dijo ella varias veces en campaña. Pero realmente lo era. Y, otra vez, la sorpresa por su apuesta a ella. Si bien dudó al principio, no tardó mucho en deliberar y volver a jugarse por los deseos de su jefe.

El equipo de Vidal analizó que, en el peor de los casos, la oportunidad para participar de la campaña por Buenos Aires le serviría a la vicejefa porteña para hacerse conocida e incrementar su proyección de imagen a nivel provincial y nacional. “En ese momento, se suponía que la noticia no era buena, o era el camino más difícil. Había que buscarle la vuelta para salir fortalecidos”, dijo un estratega de su entorno.

El problema era que la oferta de Macri no tenía garantías. Vidal no sabía a ciencia cierta, a fines de 2013, si finalmente sería candidata. Faltaban dos años, dos larguísimos años para el día D. El torneo más largo. Y lo único concreto era el apoyo para “caminar la provincia, de sumar al proyecto de Mauricio”. Pero Vidal, fiel a su estilo, aceptó igual. Y tampoco solicitó avales en el arranque. “Después se verá”, analizó. “2013 fue un año muy bravo para Vidal. Ella, que en 2011 había bajado como veinte kilos, en 2013 volvió a subirlos, y fuera de las cámaras de los medios, comenzó a estar dura con Horacio, dura con Gabriela, un tratamiento interno que ella nunca había tenido, empezó a sufrir un costo interno”, cuyo enigma se resolvió cuando Macri decidió que ella fuera a la provincia, explicaba un vocero del Pro, quien nunca dudó de los pensamientos genuinos de Vidal hacia Larreta. “Y en realidad, el razonamiento de Larreta como histórico dirigente del partido era: ‘Primero lo que me conviene a mí y después lo que le conviene a ella’. Y en esto hasta Gabriela circunstancialmente actuó en tándem, de sacar a la tercera en discordia; después lo discutirían entre los dos”, apuntó una alta fuente del Pro.

Un chiste de mal gusto circulaba internamente en torno de la figura de Vidal: “¿No estará embarazada de nuevo para no subirse a la campaña?”, decían por la abrupta suba de peso, el clima competitivo que se vivía en el momento y las dificultades que presentaba Buenos Aires, un territorio difícil.

Así, Vidal comprobaba en carne propia que “la política es muy hostil”, como sentenció una vez ante los medios, cuando Macri dispuso que Michetti y Larreta debían competir entre ellos para ver quién sería el candidato a jefe porteño en 2011, un plan que luego se les esfumó a ambos de las manos, cuando el jefe se volcó por la reelección.

Por otro lado, Emilio Monzó, el operador y uno de los armadores políticos de la campaña, “le instala la idea a Macri de Vidal candidata”. Aunque las intenciones de Monzó no eran las mismas que las de Vidal. Para Monzó, Vidal sería en el futuro una prenda de negociación con otras fuerzas políticas, para potenciar el proyecto político de Mauricio 2015.

Vale la pena hacer un paréntesis para retratar quién es Monzó, que resultó una pieza clave para el macrismo al menos en un tramo importante para la campaña, cuando la misión era tejer alianzas partidarias para enfrentar al kirch nerismo. Oriundo de Carlos Tejedor, Monzó comenzó su carrera política en la UCeDé, si bien luego se pasó a las filas del justicialismo, espacio desde el que alcanzó la intendencia de su lugar natal y trabajó con Florencio Randazzo. Luego, en 2007 fue diputado provincial por el Frente para la Victoria y en 2008 asumió como ministro de Asuntos Agrarios durante la gobernación de Daniel Scioli. Sus lazos con el kirch nerismo no son sólo políticos. Monzó cultivó una estrecha amistad con Wado de Pedro, debido a la relación amorosa que el camporista mantuvo con su hermana años atrás. Luego de haber sido desplaza- do del Gobierno bonaerense por exigencia de Néstor Kirch ner, Monzó se acercó a Mauricio Macri y comenzó a militar en el Pro. En 2011, cuando Macri alcanzó la reelección, lo ubicó como ministro de Gobierno y, desde allí, comenzó a gestar el armado proyecto Cambiemos. Hoy, tras haberse postulado como candidato a diputado nacional en las últimas elecciones de 2015, se convirtió en el presidente de la Cámara de Diputados. Como fuere, Vidal “aceptó un muerto que ningún dirigente político quería agarrar”. Nuevamente, Vidal demostró ser el soldado de Mauricio. A priori, sus próximos pasos no serían para construir poder personal, sino para Mauricio. Y así se lo propuso.

“Había un candidato a presidente que no tenía definido su candidato en la provincia. Eso, en términos electorales, nuestro objetivo era que Mauricio fuera Presidente y hacer crecer el partido en la provincia”, explicó un estratega de Vidal.

Antes de emprender semejante proeza, Vidal fue recibida por el papa Francisco en una audiencia privada que se prolongó unos treinta minutos, algo que no pasó inadvertido por quienes observan los gestos del jefe de Estado del Vaticano. En esa oportunidad, Vidal viajó a Roma acompañada por su familia y por el matrimonio Stanley-Salvai.

A la salida del encuentro que se produjo en noviembre de 2013, Vidal destacó que “la desigualdad social, la trata de personas, el flagelo de las drogas y las consecuencias que la corrupción deja en una sociedad son temas que siempre preocuparon a Jorge Bergoglio. Siempre los denunció y siempre trabajó para poder erradicarlos”.

De aquella vez explicó: “Si bien es cierto que me recibió institucionalmente como vicejefa, cuando él asumió como Papa lo que a mí me pasó fue que dije: ‘Me encantaría que ahora que es Papa pueda bendecir a mis hijos’, y por eso los llevé. Sobre mi relación con él, creo que a veces se ha sobredimensionado, yo lo veía cada tanto, no era amiga de él, aunque por supuesto lo respeto un montón”.

La Gobernadora
PJ bonaerense, narcos y policía: la mujer que puede cambiar la Argentina. Quién es María Eugenia Vidal que, con apenas 42 años, se convirtió en la primera mujer gobernadora de Buenos Aires, la Provincia más poblada y rica del país y garantizó el triunfo del PRO y de Mauricio Macri como presidente.
Publicada por: Sudamericana
Fecha de publicación: 07/01/2016
Edición: 1a
ISBN: 9789500755924
Disponible en: Libro de bolsillo
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