Durante el primer día del Ramadán, un atentado con un choche-bomba contra una estación de servicio en la periferia de Bagdad dejó un saldo de 31 personas muertas, en su mayoría mujeres que formaban largas colas para conseguir combustible para sus cocinas.
El ataque se produjo en la localidad de Sadr, uno de los bastiones chiítas cercanos a Bagdad, y se sospecha que podría tratarse de un atentado suicida. Además de los 31 muertos, un centenar de personas resultaron heridas, decenas de autos incendiados y varios edificios vecinos dañados en sus estructuras.
A pesar de los innumerables esfuerzos por restringir el acceso a la ciudad capital y reforzar la seguridad urbana, el atentado se produjo tal como estaba previsto, en el primer día del Ramadán, mes de ayuno y oración de la comunidad musulmana.
Mientras el presidente iraquí, Jalal Talabani, anuncia en la Cumbre de las Naciones Unidas, en Nueva York, el lanzamiento de un plan de unidad nacional, el inicio de una guerra civil abierta entre chiítas y sunitas es cada vez más difícil de impedir.
La policía local, el Ejército iraquí y las fuerzas de ocupación esperan que el número de ataques durante las celebraciones religiosas se multiplique en los próximos días.
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www.elmundo.es/elmundo/2006/09/23/internacional/1158998793.html
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