Aunque con menor intensidad que el viernes, los choques entre manifestantes y las fuerzas del orden continuaron ayer sábado en Lhasa, la capital del Tibet. Las autoridades chinas respondieron con un ultimátum, exigiendo la entrega de los líderes de las revueltas antes de la medianoche de hoy (mediodía en la Argentina).
«Los criminales que no se entreguen en el plazo serán severamente castigados de acuerdo con la ley», indicó en un comunicado el gobierno autónomo del Tíbet, a cargo de Qiangba Puncog, miembro de la Asamblea Popular Nacional (APN) en Pekín. Qiangba, como voz oficial de China, indicó que los monjes y manifestantes “estaban actuando bajo órdenes de fuerzas extranjeras” en una “conjura” “condenada al fracaso”.
Las autoridades de Pekín exigieron así la rendición a los y monjes budistas que se vienen manifestando en favor a la independencia de esa provincia autónoma. En una de las movilizaciones más grandes de los últimos veinte años, el viernes los manifestantes se enfrentaron a la policía y al ejército chino con un saldo de 10 muertos – los reconocidos por Beijing -, cifra que los grupos en el exilio elevan a más de 100.
Las marchas y movilizaciones comenzaron como recordatorio de un nuevo aniversario de las revueltas de 1959 que terminaron con el máximo líder espiritual del Tibet, el Dalai Lama, refugiándose en el exilio. También se dan en un momento particularmente sensible puesto que China venía haciendo enormes esfuerzos por dar una imagen externa de unidad nacional, a tan sólo cuatro meses de la realización de los Juegos Olímpicos en ese país.
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www.clarin.com/diario/2008/03/16/elmundo/i-02001.htm
