Un periodista suizo decidió tomar esa drástica medida para que sus hijos entendieran a lo que estaban jugando.
Carl-Magnus Helgegren cenaba con sus dos hijos cuando le pidieron el nuevo videojuego de guerra «Call of Duty». Preocupado por su obsesión con los juegos de disparos, les propuso un trato: los llevaría de viaje a una zona afectada por la guerra y, a la vuelta, les iba a comprar el juego que ellos le pidieran.
Al principio Leo, de 11 y Frank, de 10, no le creyeron. Cuando se dieron cuenta de que iba enserio, aceptaron. En abril pasado viajaron durante diez días por Israel y algunas zonas ocupadas de Siria. «Dile la verdad a los niños, como cantaba #BobMarley», tuiteó junto a una foto de sus hijos en un campo de refugiados.
“Son mis hijos y hago lo que creo que es mejor para ellos», respondió el periodista suizo a las críticas que recibió en las redes sociales. Lo cierto es que a la vuelta los niños ya no querían el juego y comenzaron a mostrarse interesados por la situación en Israel. Quizás con regalarles el Super Mario alcanzaba.
