viernes 29 de marzo de 2024
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Verdad y belleza

Ella es rubia y linda. Imagino que estudia alguna carrera humanística. Después de los saludos formales, me cuenta que es sueca. Es mi circunstancial compañera de asiento en el avión. Dios es argentino pienso. Tramo como sostener una buena conversación. Ella saca de su bolso de mano una edición de Las venas abiertas de América Latina. Yo tomo mi libro de Henry Miller y lo apoyo sobre las piernas. Sexus, uno de los tres volúmenes de la Crucifixión Rosada. “Vos tendrías que leer a Miller y yo a Galeano, ¿No te parece?”, ataco. Ella apenas sonríe al responder: “No estoy de acuerdo. Este libro me está ayudando a entender lo que pasa en América”. Tenía razón. Ese libro, publicado en 1971, es nuestra biblia del despojo. Si alguien quiere saber qué pasa en el continente más injusto y por qué, el monumental documento del escritor uruguayo es un ticket indispensable.

La escena ocurrió hace veinte años. Volvía de México con el entusiasmo de haber visto de cerca el levantamiento zapatista. Tiempo después el propio Galeano nos sorprendió asegurando que sería incapaz de leer ese libro de nuevo (“Caería desmayado”) y aunque no se arrepentía de haberlo escrito afirmó: “Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima”. Ya había elegido otras maneras de narrar la aventura del hombre en general y de los latinoamericanos en particular. Cruzando periodismo y poesía, sus relatos breves se instalaron entre lo mejor de la literatura en español. “No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta”. Los ejemplos son inagotables. Y como pasa con los grandes autores, cada uno tendrá sus textos preferidos. Además leía muy bien. Su voz es entrañable.

Como Osvaldo Soriano y Roberto Fontanarrosa, por popular, sufrió la subvaloración de los sacerdotes literarios. Pero sus lectores no saben de esos decretos invisibles. A partir de ahora habrá que conformarse con sus libros y sus grabaciones. Deja una obra vasta, singular y profunda. Una obra que despliega verdad y belleza. Una obra que nos enseñó a mirar.