sábado 20 de abril de 2024
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Instrucciones para matar el Mercosur

Una de las pocas políticas de estado que Argentina sostiene desde el retorno de la democracia es la integración regional. El Mercado Común del Sur es el modelo al que apostaron los presidentes radicales y peronistas que se sucedieron en la Casa Rosada desde 1983. Mauricio Macri parece dispuesto a dar por terminado ese proceso. Cuenta con un socio entusiasta: el canciller de Brasil, José Serra. En el encuentro que mantuvieron esta semana en Buenos Aires hablaron de “romper” la unidad aduanera del bloque. Tanto Serra como los economistas que pueblan el gabinete de Mauricio Macri apuestan a un alineamiento mayor con los Estados Unidos y confían en los posibles acuerdos de libre comercio que podrían establecer con terceros países. Algunos analistas consideran que esa medida implica firmar el certificado de defunción del proceso integrador. Cambiemos arrasaría así con una política que tuvo su mayor nivel de expresión en la Cumbre de Mar del Plata con el rechazo al ALCA -propuesto por el entonces presidente de EEUU, George Bush- y que dio impulso a la UNASUR como órgano político supranacional.

El Mercosur nació formalmente el 26 de marzo de 1991 con la firma del Tratado de Asunción por parte de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Su principal antecedente fue el acuerdo que habían rubricado los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney el 30 de noviembre de 1985: la llamada Declaración de Foz de Iguazú que daba inicio a la integración bilateral entre Argentina y Brasil. En 1994 el Protocolo de Ouro Preto estableció un arancel externo común y desde 1999 una zona libre de aranceles entre sus integrantes. Luego se sumó Venezuela, socio pleno desde 2012, y Bolivia que se encuentra en “en proceso de adhesión”. El Mercosur es considerado una potencia económica con un PIB de 4,58 billones de dólares, 13 millones de kilómetros cuadrados de territorio y 300 millones de habitantes. Es considerado el cuarto bloque económico del mundo.

“Es” o habrá que decir “era”. José Serra no tiene dudas. Es un acérrimo enemigo del Mercosur. Miembro del Partido de la Social Democracia Brasileña, el actual canciller cuestionó muchas veces al bloque regional. Derrotado en las elecciones de 2002 por Lula y en las de 2010 por Dilma Russeff, ahora tiene la posibilidad de ejecutar una tarea que las urnas le negaron dos veces. En la reunión con Macri, de la que participaron la vice presidenta Gabriela Michetti y la canciller Susana Malcorra, logró los dos objetivos de su visita: obtener un respaldo explícito de Argentina al gobierno de Michel Temer –algo que no hicieron los países de la región ni siquiera los Estados Unidos– y asestar el primer golpe al mercado común, al proponer liquidar la unión aduanera.

Ante los funcionarios argentinos, Serrá, enarboló su teoría: que cada país pueda negociar alianzas de libre comercio con quien quiera. Brasil con el bloque del Pacífico, o con Chile, o con Estados Unidos y lo mismo Argentina. La sola idea es incompatible con el Mercosur. El argumento del ex gobernador, ex diputado y ex senador brasilero es que el bloque comercial sudamericano es lento, que no logra la cantidad de acuerdos que lograron otros países por su cuenta y pone de ejemplo a Perú y a Chile. El Ministro de Hacienda argentino, Alfonso Prat Gay es un aliado de Serra en el proyecto.

La operación de desmantelamiento del proceso integrador está en marcha y surgen algunos interrogantes: ¿el 51 por ciento de los argentinos que le otorgó su apoyo en las urnas a Mauricio Macri, comparten la propuesta? ¿La UCR, que con Alfonsín y Fernando De la Rúa, abonaron el Mercosur en sus presidencias? ¿Cuál es la opinión de Elisa Carrió y la Coalición Cívica? ¿Sergio Massa y Roberto Lavagna tendrán algo que decir?

Argentina, Brasil y el resto de los países de Sudamérica tienen un destino común desde el origen de sus procesos históricos como naciones independientes. Ese destino común tiene defensores y enemigos desde hace dos siglos. Se abre un nuevo capítulo de una batalla que es económica pero también política y cultural. Como diría León Felipe la pelea es entre quienes quieren llegar “solos y pronto” y los que quieren “llegar con todos y a tiempo”.