viernes 29 de marzo de 2024
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El Indio y los demás

¿No están hartos del doble estándar?

A mí se me está haciendo insoportable.

Un enorme artista que no piensa en la seguridad de su público es como un mesías que no cuida a sus fieles.

Su silencio es doloroso. En especial por la tremenda admiración que su arte genera.

Está en serio peligro y no lo sabe. Pero no por la cruel enfermedad que lo acosa. Su Ego lo tiene rodeado y le impide ver más allá.

Mientras tanto una legión castiga al artista sólo porque no les gusta cómo piensa.

Lo que pasó les sirve para destilar rabia acumulada.

Es hora de vendettas.

A ese coro estridente se suman otros artistas. Más chiquitos y oscuros pero ahora visibles subidos en los banquitos de sus propias miserias.

Es hora de cobrar viejas cuentas.

Y hay otra legión que lo defiende sólo porque les gusta cómo piensa.

Es hora del aguante y hay que bancar lo que venga. Defender lo indefendible si es preciso.

Y están los otros. Los empresarios inescrupulosos que se asocian a políticos impresentables y convierten lo que debió ser una fiesta en una ratonera.

Los que ahorraron con la seguridad y con la salud.

Hubo dos muertos pero podría haber sido mucho peor.

Pertenecen al club del “No va a pasar nada”. El mismo que propició el evento de Callejeros en República Cromañón y dijo que el avión de Lapa estaba listo para volar aunque sonara la alarma.

La avaricia les marca el norte.

Este país está atravesado por la cultura del “no va a pasar nada”. Y luego pasa de todo.

Esa anomia suicida se cuenta en vidas.

Los buenos ciudadanos que se indignan con la corrupción pero después se ofenden si les piden que cumplan con las normas. Y pagan coimas y se muestran prepotentes. “A mí no me van a decir lo que tengo que hacer”, dicen. “Son todos chorros”, aseguran.

Y está el intendente que se comporta como un groupie y no duda en poner en riesgo a miles de personas. Coorganiza un evento y luego dice que no tuvo nada que ver.

Y están sus superiores que también se lavan las manos y se comportan como si Olavarría no quedara en la provincia de Buenos Aires. No hablan. No consuelan a los dolientes. No dan explicaciones. Cuidan la imagen.

Todo se mide en términos de conveniencia. Se viene la campaña electoral. “El tipo es nuestro”. Hay que salvarlo. Si fuera de los otros, irían por su cabeza.

Y están los que están de la cabeza. Y se matan lentamente y encuentran en un show una oportunidad de saltar al vacío sin la certeza de volver a levantarse.

Y no dudan en arriesgar hasta a sus hijos pequeños en esa estúpida experiencia. “Porque no hay nada más lindo que navegar un tsunami”.

Y finalmente están los que son como vos. Que sólo fuiste a escuchar rock and roll porque es el motor que te permite sentirte mejor. Porque te hace feliz. Porque es el combustible necesario para la batalla diaria.

Y, en este caso, porque esas músicas te ayudaron todos estos años a seguir.

De vos sólo se acuerdan cuando vas a consumir y a votar. Lamento decirte que estás solo aun en medio de la multitud.

Seguí cantando y bailando pero es hora de que tomes conciencia: en este paisaje desolado, si no te cuidás vos no lo hará nadie. Por lo menos hasta que logremos que esto cambie de una vez.