jueves 25 de abril de 2024
Cursos de periodismo

«#ElFinDelPeriodismo», de Jorge C. Bernárdez y Luciano Di Vito

Los autores se preguntan sobre el destino del periodismo en tiempos de Internet, Twitter y un universo nuevo de noticias de acceso y consumo veloces, pero dudosas, y en el que la opinión le gana lugar a la información. Dignos discípulos de una raza de periodistas en vías desaparición, para reconstruir cómo vivieron este oficio las últimas generaciones predigitales, Bernárdez y Di Vito van a las fuentes, en busca del testimonio directo de varios de sus principales, más curtidos e inteligentes protagonistas.

En las páginas de El fin del periodismo, recuerdan cómo empezaron, cómo era una redacción cuando aún se podía fumar en interiores, y cómo era investigar una noticia sin Google. Entrevistan a personajes enormes como Ernesto Cherquis Bialo (ex director de El Gráfico, gerente de deportes de Telefe, vocero de AFA, coautor de Yo soy el Diego de la gente, actualmente en Infobae), Jorge Fernández Díaz, Beto Casella, Any Ventura, Gerardo Rozin (actual conductor de Morfi, todos a la mesa), Teresita Ferrari (El Día, Siete Días, La Semana, Para Ti, Cosmopolitan; fue productora de La noticia rebelde y colaboradora de Juan Alberto Badía y Fernando Bravo), Carlos Ulanovsky, Enrique Vázquez (revista Humo®), Fernando Cerolini (Tiempo Argentino, TN, revista Pronto), Rubén Oliva (Edición Plus en Telefé), Cecilia Absatz (Para Ti, Noticias y La Nación; TN), y Fernando González (rector de Tea, ex Radio del Plata, Perfil y Página/30 y autor de La cocina de la noticia).

A continuación un fragmento, a modo de adelanto con testimonios de los entrevistados:

Any Ventura

En Convicción tuve de compañeros a Jorge Dorio, al Turco Jorge Manzur, era una redacción importante donde no se sabía que el diario fuera del Almirante Emilio Massera. Al menos yo no tenía la más puta idea, era un laburo. No era un diario que tuviera un contenido ostensiblemente pro dictadura, digamos. Hice un reportaje a Ricardo Balbín que fue una rareza para la época. Hablábamos con muchos ex ministros de Isabel Perón para que contaran como había sido el golpe de Videla y como había ocurrido. Escribimos sobre los desaparecidos, y hasta me mandaron a Brasil para entrevistar a Helder Cámara. El único momento en que me indicaron lo que tenía que escribir fue en el medio de la guerra de Malvinas y me negué, razón por la cual me pasaron a la sección Vida Cotidiana donde escribí una nota sobre como regar las plantas de interiores. Me fui, me di por despedida, me indemnizaron. Me fui porque era violento trabajar ahí en plena guerra. En el medio de la tarde llegaba un boletín donde se indicaba lo que se podía decir. Antes de irme de Convicción hice una nota con los corresponsales extranjeros en la Argentina hablando de la guerra. Fue lo último que pude hacer ahí.

 

Beto Casella

Dicen que FelixLaíño, con quien no llegué a trabajar, salía a caminar por la redacción y de repente se paraba en un escritorio, miraba a un periodista y decía:

Escuche, Ramirez, cómo puede fumar y escribir al mismo tiempo? Le quita movilidad, quema el escritorio. Compare su escritorio con el de los que no fuman, todo marcado, desordenado. No se cual es la conveniencia de hacer ambas cosas. Yo no se la veo pero usted sabrá.

En la misma redacción, del diario La Razón, estaba Osvaldo Ardizzone, que tenía una voz raspada y aguardentosa. Ardizzone, al rato de que Laíño había hecho ese discurso del cigarrillo, se paraba en el escritorio del mismo periodista y con esa voz gruesa y su tono tan porteño y clásico le decía: Cómo podés escribir sin fumar? Espectacular

 

Cecilia Abzatz

Había una bohemia, en esa época los periodistas iban al bar del Bauen que estaba abierto toda la noche y era lo más top de la época, el líder de ese grupo era Miguel Briante, bebían mucho. No había bajado al centro en esa época, todavía estaba en la publicidad. Yo era más del Bar Baro no tanto de La Paz. Al Moderno no llegué. El Bar Bar estaba en la calle Reconquista entre tres sargentos y Paraguay. Era un lugar al que iba todos los días porque la editorial Abril estaba cerca. El mejor día en el Bar baro era el sábado, iban los pintores que cuando cerró El Jockey club, que era su lugar se  mudaron al Bar Baro. Los dueños habían sido mozos del Jockey. El champagne era muy barato, en esa época se tomaba whisky, pero nosotros tomábamos mucho champagne que en esa época no estaba de moda. La gente con la que nos reuníamos ahí es la misma con la que ahora almuerzo una vez a la semana en Filo. Juan Lepes. José Luis Novik y toda una banda de delincuentes amigos.

 

Fernando Gonzalez

Mi peor trabajo fueron las guardias periodísticas, eso de estar ocho horas esperando al personaje, que no saliera, o que saliera y que no quisiera hablar. Una cosa tremenda que me tocó cubrir fue el atentado a la AMIA. Radio del Plata decidió volcarse a la calle. El director era Santo Biassati pero detrás de Santo había dos minas que manejaban la posta peridística: María de los Angeles Buitrago y Ana Petrovic. Ellas decidieron que la radio no estuviera en la AMIA porque iban a estar todos ahí sino que lo mejor iba a ser estar en los hospitales donde llegaban las víctimas. Fueron 72 horas corridas en las que parábamos un rato para ir a nuestras casa, descansar y salir de nuevo. Fue terrible, me tocó el hospital Fernández y me afectó mucho. Cuando todo terminó llegué un día a casa y tenía las manos agarrotadas alrededor del llavero y no podía soltarlo.

 

Jorge Fernandez Díaz

El 2001 fue terrible, voló a la mierda todo. Quizás se pudo haber contado un poco más como fue que los intendentes del conurbano influyeron pero eso es menor. Fuimos todos unos boludos. Fue una conjunción de fatalidades. En esos meses de gobierno de la Alianza vino de visita Jesus de  Polanco, el capo de el diario El país de Madrid. Quería hacer unas inversiones y nos reunió a todos los que escribíamos en los principales diarios. Estábamos todos los número uno de la gráfica y Polanco en Puerto madero. En un momento nos preguntó cuando iba a salir Argentina de la convertibilidad y todos dijimos que nunca. El tipo dijo que era mejor que saliéramos ordenadamente pero insistimos en que eso no iba a pasar. Nadie vio lo que venía. Alguno ahora se quiere hacer el preclaro y que sabía lo que iba a pasar.  No sabíamos un pomo y nadie vio nada.

 

Gerardo Rozín

Soy cholulo de Quique Pessoa, fui y soy. La última vez que hizo radio en Buenos aires hizo su primer programa en una de las salas del Complejo La plaza y se podía asistir como público. Me senté atrás de todo; cuando me di cuenta que tenía la posibilidad de saludarlo, me fui. No pude. Eso es ser cholulo también. Fui cholulo de Verbitsky en cierta forma a mediados de los ochenta. De Juan Carlos Mareco soy fan. Si me preguntas donde me formé yo te digo que me formé viendo todos los días de mi vida a Juan Carlos Mareco conduciendo “Cordialmente” en ATC sin perderme un solo programa. Asumido como fan y sabiendo que eso era para mi la televisión. Eso es la televisión. Nunca imaginé que iba a estar dentro de ella. Mareco en Rosario hizo radio un tiempo durante la dictadura y también era muy bueno. Yo me di cuenta mucho después de lo que le robé a él. No es que tomé cosas, lo afané impunemente. La única coartada que tengo para disimularlo es la falta de talento. Eso me despega del asunto. Le afano muchas más cosas de las que admito porque lo hago de manera inconsciente, pero la idea de que la gente cante alrededor de un piano creando un hecho televisivo interesante viene de ahí.

 

Enrique Vázquez

Cristina Kirchner me llevó a Radio Nacional y yo fui pero pedí que fuera ad honorem como se puede ver en Internet. Yo estoy dolido con el kirchnerismo porque no me usó bien.  Hubo una ceremonia para que se juntaran Raúl Alfonsín con Cristina porque él estaba dolido por la frase de Néstor en la ESMA. Alfonsín estaba más dolido con ella que con Néstor. El primero que los acerca es Jorge Taiana que en cada acto protocolar de cancillería lo invitaba, era el único ex presiente que invitaban. Ni a Menem, ni a Duhalde, ni a todos los que estuvieron un día en esa seguidilla de 2001. Cuando Néstor se olvidó de los juicios Allfonsín se cabreó. Estuvimos en ese acto y Zanini me cita en casa de gobierno. Cuando llego me dice que la presidenta me quería agradecer la gestión y cuando le pregunto cuando me dice que está ahí, abre la puerta y entra ella que me saluda y se pone a hablar de medios, me preguntó cómo veía yo a los medios nacionales y le dije que me parecía que estaba  mejor el canal que la radio. Ahí empieza a despotricar contra la programación de la radio, que había una chica a la mañana que solo hablaba de villa Crespo, que otra mujer hablaba medio tomada al mediodía, y que a la tarde una mujer hablaba de aires acondicionados. Ahí me pregunta si me animo a tomar la radio. Armamos una buena grilla. Te aclaro que yo acababa de perder mi programa en TV pública porque según Bauer era “muy bueno pero muy malo”, explicámelo. Pero después de una de las reuniones en casa rosada me suena el celular y era Bauer tirándome loas  y diciéndome de hacer el programa de nuevo. Entré a los medios nacionales en un momento difícil en el que desde la secretaría de Enrique Albistur se estaba peleando con Bauer. Un día Cristina me sienta con Bauer en su despacho y le dice que hable todo lo ideológico conmigo.

 

Carlos Ulanovsky

Hoy se han modificado una cantidad extraordinaria de costumbres de consumo hay cosas super novedosas pero que no se condicen con el desarrollo de cada uno de los medios.

En las redacciones hoy si vos vas a averiguar falta de todo menos computadoras: faltan escritorios, faltan buenas sillas, faltan oficinas de producción, es muy común eso, anda a cualquier radio y preguntá cual es la oficina de producción, no hay. Se trabaja con un sistema conocido como “cama caliente” termina un programa y entra otro.

Esa precarización que nos afecta absolutamente a todos tiene muchísimas manifestaciones, una es la desaparición del compromiso. La falta de compromiso y de amor por lo que uno hace.

Siempre estuvimos protegidos por la objetividad periodistica. La objetividad periodística, las pelotas! eso se fue al diablo. No existe más y eso también es una cosa que tienen que tener en cuenta.

 

Teresita Ferrari

Cambiaron los motores del placer, para nosotros era un enorme placer enterarnos de las cosas, leer, ir al cine, al teatro, encontrarnos, conversar, intercambiar palabras, ideas, opiniones. Me parece que la gente ahora tiene la pantalla delante y ella le entrega todo. La gente no sabe, no hay placer posible, vos te conformas con lo que se te entrega. Nosotros íbamos a por eso.

El otro día me preguntan que escena de una película con un hombre me gustaría vivir e Ipso Facto les digo una de El padrino III en la que Andy García entra a escena con un traje Armani. El se mueve y el traje tiene un movimiento hipnótico que se combina con el movimiento de su cuerpo y los cincuenta pelotudos que estaban ahí no sabían de que les hablaba: no sé, no me acuerdo, la vi hace mucho. Bla,blablá bueno ok, chau! Eso me perturba, ese desconocimiento sobre, como decía Virus, las superficies de placer. Si decís Wadu-Wadu y tu interlocutor no sabe de que hablás significa que no sabe un montón de cosas. Que precario, que cosa primaria. La curiosidad antes tenía más fuerza. La televisión te roba todo, te roba cosas, te roba deseo, te roba tiempo y te deja satisfecho. Es como alguien que come todo el tiempo hamburguesas y no sabe comer otra cosa.

 

Rubén Oliva

Vine a seguir el juicio a las juntas militares, tuve una hermana secuestrada en tiempos de Lanusse y conocí a muchos desaparecidos compañeros de mi hermana en El Nacional Buenos aires. Sentí una obligación moral frente a ese juicio. En el diario Il giorno no importaba mucho Sudamerica pero insistí y los convencí. Argentina en esa época era fascinante. Parecía que quedaba todo atrás, la gente cantaba, estaba feliz. Pero no se midieron las consecuencias de siete años de vivir bajo el terror, no se podían medir. Una cosa era el clima ese de alegría y otra el atraso, la cerrazón, el mundo estaba a dos mil kilómetros de distancia. Cubrir el juicio fue tremendo, dejé el alma en eso. Había prensa extranjera y prensa local. Entre los extranjeros vi enloquecer a varios, brotes psicóticos, hubo un inglés que directamente se volvió loco porque empezó a chupar mucho. El juicio arrancaba a las 15 horas y terminaba a las tres de la madrugada, te la pasabas escuchando atrocidades. Eso era así todos los días. Y fui todos los. Estrechamos vínculos co el fiscsln Strasera, con Moreno Ocampo, comíamos juntos. Fue muy bravo. A mi me patotearon cincuenta veces, los taxistas que andaban alrededor de tribunales eran de los servicios y te decían: vos sos de un diario extranjero, a que vienen? A hablar mal de nosotros.

El día de Astiz, un día que se inundó Buenos aires, estaba con el fotógrafo de la agencia DYN, Enrique Arrosito que había ganado un premio por la foto de Menéndez con un facón. Nos quedamos medio atrás y parecieron unos tipos de traje negro y anteojos oscuros, como los de CQC, nos insultaron, nos golpearon y casi nos secuestran. Zafamos a duras penas.

#ElFinDelPeriodismo
A través de entrevistas a doce de los periodistas de mayor trayectoria en el país, los autores reconstruyen un mundo en vías de extinción: el de las redacciones de algunos de los diarios y las revistas más importantes de la Argentina, con experiencias fundamentales de la radio y la televisión. El resultado es un retrato del periodismo de investigación que supimos tener... antes de Twitter y Google.
Publicada por: Sudamericana
Fecha de publicación: 11/01/2017
Edición: 1a
ISBN: 9789500759915
Disponible en: Libro de bolsillo
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