De tanto en cuanto sucede. Un objeto cotidiano trasciende a su carácter popular y se transforma en un producto de lujo, en una indeleble señal de poder y ostentación. Así, hay quien desembolsa más de 300.000€ por una botella de vino de 1947, más de 12.000.000€ por un vestido diseñado para la ocasión, y más de 2.000.00€ por un mapa elaborado en 1789. De lo mundano a lo majestuoso. Un proceso que, durante los últimos años, está transformando a la zapatilla deportiva.