Siempre ha sido dura la relación entre el rock y el tiempo: un día estás ahí, rebotando como un idiota y gozando del sudor ajeno en medio del pogo, y al otro sos un viejo al que le duele la cintura porque la cola para entrar a ver a Maria Creuza en el Gran Rex se hizo muy larga. La fantasía de eterna juventud que rodea a la música suele enmascarar la cruda verdad de que los años pasan para todos, incluso para los que se juraron a sí mismos -por ejemplo- morir tocando ska.
Así es como nos vamos autoengañando y creyendo que los hitos de nuestra adolescencia están ahí, a la vuelta de la esquina, cuando en realidad ya agarraron Ruta 2 hace rato y están por llegar a Atalaya. Por eso, para salir de la mentira y hacernos cargo de nuestras várices, en Silencio ofrecemos cinco señales de que aquellos años trasnochando en antros dudosos sin necesidad de ibuprofeno quizás estén más lejos de lo que vos creés.