Dos meses antes del veto del presidente Donald Trump a Huawei, el principal impulsor del 5G en Estados Unidos, en las entrañas de algunas de las instituciones más importantes del país se cocía una severa preocupación: la amenaza que esta tecnología supondría para la seguridad nacional.
Y la inquietud no tiene solo que ver con los señalamientos de espionaje y los presuntos vínculos entre el gigante de las telecomunicaciones y el Partido Comunista Chino, algo que la compañía niega con vehemencia.
El pasado 27 de marzo la Marina estadounidense (U.S. Navy) hizo público un memorándum dirigido a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC en inglés), en el que alarmaba sobre la velocidad con la que se implementaba el 5G en el país norteamericano.