Desde París a Berlín y Málaga, las ciudades europeas intentan proteger a sus habitantes del calor extraordinario que golpea el continente y que algunos medios describen como «infernal».
En Alemania el calor es tan intenso que comenzó a derretir una carretera en el centro del país, lo que llevó a las autoridades a reducir los límites de velocidad.
La temperatura llegó el miércoles a 38,6 grados en la localidad alemana de Coschen, cerca de la frontera con Polonia.
En Francia las escuelas permanecen cerradas y se espera en algunos sitios en el sur una máxima de 44,1 grados el viernes.