El luto de Serbia se ha acabado. Tras tres días de lágrimas y dos de entierros en Belgrado, el país balcánico empieza a recomponerse de la tragedia. En menos de 48 horas, dos tiroteos acabaron con la vida de 17 personas y otras 21 resultaron heridas.
Los primeros balazos se produjeron en un colegio de la capital. Un niño de 13 años, que no ha mostrado arrepentimiento, mató a ocho estudiantes y un guardia de la escuela, Vladislav Ribnikar. Un día después, un joven de 21 años armado con un fusil de asalto disparó contra ocho personas en un área rural al sur de la capital. Una «tragedia catastrófica», como describió el ministro de Educación, Branko Ruzic, antes de renunciar a su cargo.
La magnitud de la tragedia escolar ha sido un punto de inflexión y los serbios no quieren que vuelva a repetirse. No será fácil. El país balcánico es el tercero del mundo con más pistolas por habitante, solo por detrás de EEUU y Yemen. Un auténtico polvorín en el que por cada 100 serbios, hay 39 armas de fuego (ilegales o no). En España, la cifra es de apenas siete.