Desde hace un par de décadas la medicina tiene evidencias de que un pico de estrés, por ejemplo el causado por un shock emocional –la pérdida de un ser querido o un resultado deportivo adverso–, puede desatar cardiopatías y terminar en infartos. Lo que no es tan conocido es que la situación inversa –largas celebraciones y brindis con alcohol en un contexto de alegría, tal como ocurre en estos días por la combinación de fiestas navideñas y celebraciones mundialistas– también puede generar situaciones de estrés similar, con consecuencias graves para la salud cardíaca.
“Para estas fechas, en cardiología se habla mucho del síndrome del corazón festivo. Se trata de una situación en la que se pueden desatar arritmias cardíacas, asociadas principalmente con un exceso en el consumo de alcohol”, le dijo a PERFIL Mario Boskis, director del Instituto Cardiovascular San Isidro (ICSI) del Sanatorio Las Lomas, en Buenos Aires. El cardiólogo detalló: “Cuando se suman las fiestas de fin de año, reuniones sociales y, además, las celebraciones por el reciente campeonato, vemos que son todas situaciones asociadas con el consumo de alcohol. Si este consumo se vuelve excesivo, lo que suele pasar es que se nota un aumento en la cantidad de consultas en las guardias o consultorios de gente que llega con palpitaciones o taquicardia”.
Según Boskis, si en esos casos se realiza un electro es muy frecuente diagnosticar la presencia de una fibrilación auricular, y son pacientes que debutan con una patología cardiológica y que a partir de ese momento deben ser seguidos por un especialista.