Pasó el sufrimiento y llegó la alegría: tras un partido y una definición por penales para el infarto, Argentina es campeón del Mundial de Qatar y se volvió a vivir una postal que no se recordaba en mucho tiempo: una explosión de alegría unánime que, al menos por unas horas, hizo olvidar todas las «grietas» políticas y sociales.
Pero claro, ahora empieza el otro partido: el de la apropiación política del triunfo deportivo. Porque si algo quedó en claro durante el Mundial de Qatar es que la selección podrá ser «el equipo de todos» pero la pelea política no se suspende.
Del lado del kirchnerismo, el foco de la argumentación política fue que en realidad a «la derecha» no le gusta la alegría de la gente, y la prueba esgrimida fueron los artículos periodísticos que habían criticado la nueva faz «maradoniana» de Lionel Messi. El gesto del «Topo Gigio», el desahogo furioso ante los jugadores holandeses y la ya célebre frase «Qué mirás bobo, andá pa allá bobo» se transformaron en estandarte de quienes quieren ver allí una actitud de rebeldía y desafío al poder.