El precandidato Alberto Fernández (Unidad Ciudadana) fue tajante. Para él, el mercado es la única regla de juego posible de los medios de comunicación, lo que ubica sus dichos fuera de la gravitación de la experiencia histórica, de la situación de los medios hoy y hasta de los derechos constitucionales vigentes.
En la Argentina que Fernández aspira a presidir su definición es paradójica, ya que el mercado de medios está quebrado no sólo en localidades medianas y pequeñas, sino en los grandes centros urbanos, en los que la economía de los grupos más concentrados sería ruinosa sin la periódica asistencia estatal. De modo que si el ejercicio de la comunicación masiva sólo se guiara por la ley del mercado y por los negocios prósperos, no habría comunicación en la Argentina: lo reconocen las cámaras empresariales en un reciente pedido al Gobierno de “financiamiento productivo, empleo, regímenes impositivos y previsionales, planes de pago, adecuación a futuro de regímenes laborales”.
Las declaraciones de Fernández a Tiempo Argentino este domingo subestiman además las experiencias de medios estatales (de distintas jurisdicciones), cooperativos, comunitarios, universitarios, escolares y alternativos. “En la sociedad moderna los medios son negocios. Ese fue uno de los errores de la Ley de Medios (sic). No podés dejar en manos de una entidad sin fines de lucro un proyecto comercial”, dijo.
Si Fernández hubiese tenido en mente, por ejemplo, el tendal de despidos y la precarización del sector periodístico en los cuatro últimos años, hubiera matizado su categórica aseveración que, además, omite leyes y principios elementales relativos a los medios y a la libertad de expresión.