Alberto Fernández y Sergio Massa intentarán, en las próximas 48 horas, dar vuelta la historia de este Gobierno con el Fondo Monetario. El Presidente tratará de convencer a su par estadounidense, Joe Biden, que un agravamiento de la crisis económica en la Argentina podría desestabilizar a la región.
Massa también pondrá su ficha en el contacto que mantendrá con Kristalina Georgieva, el segundo encuentro que ambos mantendrán en pocas semanas, algo que da cuenta de la gravedad de la situación.
Fernández y Massa saben que se estarán jugando acaso las últimas cartas para evitar una profundización de la crisis, impactada por la escasez de dólares. De acuerdo a las últimas estimaciones, a la economía argentina le faltarán nada menos que u$s20.000 millones este año por culpa de la sequía histórica.
Un verdadero shock climático, que es imposible de compensar para un país que no tiene acceso a los mercados voluntarios de crédito ni puede apelar a una devaluación controlada.
Sin reservas en el Banco Central y con una inflación que ya supera el 100% interanual, el impacto de la sequía luce desestabilizador. Este será el planteo central de Fernández y de Massa en Washington. Básicamente, que este golpe climático no es responsabilidad de la Argentina, que está intentando cumplir con el acuerdo firmado el año pasado.