La elección por parte de Cristina Fernández de Kirchner, de Alberto Fernández como candidato a presidente, ha generado todo tipo de análisis, y especulaciones. En esta breve nota presento algunas reflexiones.
Todo indica que el primer y obvio objetivo de la candidatura de Alberto Fernández es ampliar el apoyo electoral con vistas a ganar el ballotage. Es que la candidatura de Alberto F no restaría los votos del núcleo “duro” del kirchnerismo (La Cámpora, Patria Grande, Nuevo Encuentro, y similares), a la vez que permite disputar votos al peronismo no kirchnerista, tentar a dirigentes como Massa para que entren en la coalición, y pescar entre los desencantados de Cambiemos. De hecho, ocho gobernadores peronistas ya se pronunciaron a favor de la fórmula F-F.
Pero en segundo lugar, y tal vez más importante, con la nueva candidatura se procura asegurar una coalición de gobierno que permita aplicar una política (en primer plano, bajar el gasto público) que evite un nuevo default. Además de avanzar en las “reformas estructurales” (reforma laboral, previsional y tributaria), que pide el capital de conjunto. Una demanda que se mantendrá al margen de que la economía argentina pueda experimentar algún rebote en 2020 (respondiendo a la mecánica usual de los ciclos económicos).