«Tú sabes quién eres. Cuando empecé a crecer, y mi familia comenzó a comprarme cosas femeninas, como vestidos o me incentivó a usar el cabello largo, maquillaje y esas cosas, empecé a sentirme como si no fuera yo».
Las palabras son de Mateo, un niño chileno de 17 años que hoy forma parte de la primera escuela de América Latina creada para alumnos transgénero, llamada Amaranta Gómez.
El establecimiento educacional, ubicado en la comuna de Ñuñoa, en Santiago de Chile, tiene 39 alumnos de los cuales 22 se identifican como trans.
El resto, son cisgénero, es decir, menores cuya identidad de género coincide con el sexo que les fue asignado al nacer. Ellos son los amigos y familias de los niños trans.