«Hola, te tengo un tema interesante. Por favor, hablemos mañana», escribió a última hora un editor de Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) que estaba a miles de kilómetros. El mensaje llegó a mediados de mayo, cuando el mundo todavía se acomodaba a las cuarentenas y a las largas jornadas en casa. La ansiedad pesaba. Era el primer paso para lo que se convertiría en «OpenLux».
Esta investigación sobre el Gran Ducado de Luxemburgo registró, sin embargo, una faceta distinta a otras en las que participó el equipo de LA NACIÓN. Además de las revelaciones sobre este secretísimo paraíso fiscal en el corazón mismo de Europa, resultó ser el primer proyecto de periodismo colaborativo global que nació, se trabajó y se publicó en tiempos de pandemia.
Antes de conocer los datos, la propuesta ya sonaba prometedora: el diario Le Monde, de Francia, había logrado extraer 3,3 millones de documentos del Registro Público de Luxemburgo, los había procesado y de ese modo posibilitaba, por primera vez, buscar por los nombres de personas entre los papeles de 260.000 sociedades comerciales. Por eso, y ya con un par de casos interesantes entre manos, OCCRP convocó a LA NACION y a una decena de medios de otras partes del mundo.