Un globo chino sobrevuela Estados Unidos y, de inmediato, en las dos potencias se pintan la cara y muestran los dientes. El episodio tiene condimentos extravagantes, y quizá por eso mismo simboliza de un modo extraordinario la precariedad de la diplomacia de la época.
Una constatación que se agrava con el trasfondo de la guerra medieval que hace un año Rusia lanzó sin razones contra Ucrania, un hecho brutal pero también extravagante.
Es difícil no unir estos dos episodios para radiografiar una etapa de enorme peligro, aunque no solo por las rivalidades claras entre las dos mayores potencias planetarias, sino por la levedad que exponen.
