Cuando el fallecido Julio Blanck reconoció ante La Izquierda Diario que Clarín había ejercido “periodismo de guerra”, la definición eclipsó otras afirmaciones que el periodista vertió en la misma entrevista. Entre ellas, por ejemplo, cuando sentenció que jamás había visto una alianza tan empática como la que unió al grupo mediático y el gobierno en los primeros tres años de gestión del kirchnerismo. Aquel idilio alcanzó su cenit cuando el 7 de diciembre de 2007 el Ejecutivo autorizó la fusión entre Cablevisión y Multicanal y habilitó un nuevo salto en la concentración monopólica del conglomerado empresario. En los años siguientes, el 80% de los ingresos del grupo provino del servicio de cable. Luego las cosas cambiaron, pero el empoderamiento del multimedios se mantuvo. Con Mauricio Macri en el poder y la habilitación para la megafusión con Telecom, Clarín robusteció los músculos y la posición dominante en la escena mediática e infocomunicacional argentina. «Si tuvo un gran error Néstor Kirchner fue la fusión de Multicanal con Cablevisión», dijo su hijo Máximo en Diputados en 2017 cuando se trataba la Ley de Defensa de la Competencia.
La famosa vuelta al “kirchnerismo de los orígenes” parece que significa para Alberto Fernández también el retorno a aquellas relaciones carnales. Las aseveraciones del flamante candidato presidencial a Tiempo Argentino sobre la comunicación como negocio o el “error” de pretender que ONGs u organizaciones no comerciales –como las universidades– puedan gestionar una porción de los medios están en plena sintonía con los intereses de los empresarios mediáticos en general y los de Clarín en particular.
Pero además de convertir en negocio lo que debería ser un derecho, el razonamiento tiene un error conceptual de base: los grupos mediáticos privados y Clarín como emblema no se expandieron al margen de la intervención estatal, sino gracias a ella. Desde la prehistoria, el grupo se desarrolló no por el libre juego de los negocios y la mano invisible del mercado, sino en virtud a la generosa regimentación legal y la mano visible del Estado. Hoy esta dependencia es más acentuada cuando mayor es la crisis de los medios como modelo de negocios.