La mañana en la que fueron anunciadas las nominaciones al Oscar estaba hablando con una desconocida sobre películas, como suele suceder, y la conversación terminó enfocada en Woody Allen. “Mi hijo ha visto todas sus películas y cree que es inocente”, dijo ella. “Yo he visto todas sus películas y creo que es culpable”, le respondí. No se dijo mucho después; ya no había mucho que decir.
Pero en realidad sí hay mucho más que decir. Las palabras que usamos no fueron las más idóneas. La inocencia y la culpabilidad son cuestiones legales (y metafísicas), pero cuando hablamos de la conducta de los artistas y de cómo nos sentimos al respecto sin duda estamos lidiando con estándares más subjetivos, inciertos y complicados. No solo se trata de si crees las acusaciones de Dylan Farrow sobre abuso sexual por parte de su padre, Allen, o el desmentido de este. También se trata de quién crees que merece tener el beneficio de la duda.