La gente no es buena para predecir el futuro. ¿Dónde están nuestros autos voladores? ¿Por qué no hay mayordomos robots? ¿Por qué no puedo tomarme unas vacaciones en Marte?
Pero no solo nos hemos equivocado en cosas que pensamos que sucederían; la humanidad también tiene un largo historial de convencernos incorrectamente de que ciertas realidades que ahora son ineludibles, no sucederían. El día anterior a que Leo Szilard ideara la reacción nuclear en cadena en 1933, el gran físico Ernest Rutherford proclamó que cualquiera que propusiera la energía atómica estaba “hablando disparates”. Incluso el pionero de la industria informática Ken Olsen supuestamente afirmó en 1977 que no imaginaba que las personas tuvieran algún uso para una computadora en su hogar.
Obviamente hoy vivimos en un mundo nuclear, y lo más probable es que tengas una o dos computadoras al alcance de la mano en este momento. De hecho, son esas computadoras —y los avances exponenciales informáticos en general— las que ahora son el centro de algunos de los pronósticos de más alto riesgo para la sociedad. La expectativa convencional es que el poder informático siempre en expansión será una bendición para la humanidad. Pero, ¿y si estamos equivocados de nuevo? ¿Podría la superinteligencia artificial causarnos un gran daño? ¿Nuestra extinción, quizás?