“Antes de dejarlo, me costaba muchísimo correrme. No me quedaba otra que cerrar los ojos y pensar en una secuencia porno para llegar al orgasmo. En cierto modo usaba el cuerpo de mis novias para masturbarme”. Este es uno de los testimonios que recoge el escritor Gary Wilson en su superventas Your Brain on Porn (Tu cerebro ante la pornografía). En España, no es fácil encontrar a personas que quieran hablar sobre ello. Nos produce demasiada vergüenza.
“Podemos distinguir entre adicción al cibersexo, adicción a la pornografía y adicción al sexo; en definitiva, hablamos de un comportamiento sexual compulsivo que ya está descrito como un trastorno mental”, afirma el doctor en Psicología y experto sexólogo, José Luis García. “¿Quién va a educar a nuestros hijos? ¿Nosotros o la pornografía?”, García se hace esta pregunta una y otra vez durante la entrevista. “El porno es el manual de instrucciones 3.0 de las relaciones sexuales de nuestros chicos y chicas, y lo validan como normal. No tienen otro modelo de conducta sexual”. Según García, las características psicológicas, físicas y sociales, los hacen muy vulnerables al consumo de pornografía: “Tienen un gran deseo sexual y la atracción por el riesgo forma parte de su ADN, ¡quieren las cosas ya! Se dan unas condiciones muy oportunas para consumir”.