En la pequeña localidad italiana de Civitacampomarano, en la que residen habitualmente unas 400 personas, los móviles apenas tienen cobertura y la conexión de datos es prácticamente inexistente. WhatsApp, Tinder o WeTransfer eran conceptos difusos para sus habitantes – la mayoría de ellos ancianos – hasta que hace una semana el artista y activista Fra Biancoshock utilizase sus calles para plasmar un proyecto que, jugando con los contrastes, pretendía trasladar Internet a la vida real.
«El objetivo», explica a Verne por email Biancoshock, «era mostrar que estas funciones virtuales – que la inmensa mayoría de la población considera esenciales para la vida cotidiana – siempre han existido de otra forma en la cultura popular y han permitido que las familias y las personas realicen intercambios culturales encontrándose en el bar o en las calles del pueblo».