Con la inflación más alta de las últimas cuatro décadas, Suecia, uno de los países más ricos del mundo, también está sintiendo en carne propia los efectos del aumento global en el costo de la vida.
Con una histórica escalada anual de 11,5% en noviembre, los precios de los alimentos y de la energía han puesto en apuros a una parte de los 10,4 millones de habitantes en la nación nórdica.
Y el futuro no se ve muy alentador.
«La economía y los hogares suecos estarán bajo presión en los próximos años», dijo la ministra de Finanzas, Elisabeth Svantesson, poco antes de la Navidad.
El gobierno advirtió que el país entrará en 2023 en una recesión más profunda y duradera de lo que se estimaba anteriormente.