En primer lugar, hay que aclarar que la implementación de un tipo de cambio fijado por ley (la denominada “convertibilidad”) no fue la única medida adoptada ni tampoco fue la que le puso fin a la hiperinflación.
Carlos Menem asumió de manera anticipada en julio de 1989, en plena hiperinflación (la inflación mensual era casi del 200%). Como ministro de Economía, lo designó a Miguel Ángel Roig, quien falleció a los cinco días de asumir el cargo. En su lugar, asumió Néstor Rapanelli. Para bajar la inflación, Rapanelli decidió implementar un plan de estabilización que incluía la devaluación del tipo de cambio (y su posterior congelamiento), fuertes ajustes fiscales (con la privatización de más de 50 empresas públicas), combinado con un acuerdo de precios y salarios. Tanto Roig como Rapanelli tenían un cargo directivo en la empresa multinacional Bunge & Born antes de asumir en el gobierno, por lo que se lo conoció como el plan “Bunge & Born”.
La inflación mensual se redujo de manera significativa, llegando al 6%, pero en diciembre se produjo la salida del ministro y otra devaluación del tipo de cambio, que provocó una segunda hiperinflación (en marzo de 1990, la inflación mensual se aceleró hasta ubicarse en 96%). En su reemplazo asumió Erman González, quien hasta ese momento se desempeñaba como vicepresidente del Banco Central. Para frenar este segundo episodio hiperinflacionario implementó el ¨Plan Bonex¨, que consistió en una drástica reducción del dinero en circulación, por medio de una agresiva reestructuración de la deuda del Banco Central con el sector privado.