Bienvenido a Viena, 22 de diciembre de 1808. Estamos en el Theater an der Wien; la sala de conciertos está helada y ya llevas dos horas en una función que durará cuatro, escuchando música que la orquesta no está interpretando bien.
Los músicos se preparan para ejecutar una pieza nueva que sólo han ensayado una vez bajo la batuta de un compositor que no les simpatiza mucho.
Pero lo que el público está a punto de escuchar va a cambiar la manera en la que se piensa en la música para siempre.
¡SOL SOL SOL MIIII!
O, en otras palabras, ¡TA TA TA TAAAA!