Para muchos responsables políticos occidentales, la invasión rusa de Ucrania es la crisis más importante del momento. Es comprensible: una guerra abierta de esta magnitud en Europa marcó un momento histórico en el continente, realineando la gran estrategia de las principales capitales europeas y revitalizando la alianza transatlántica. Mientras tanto, los efectos dominó de la guerra -conmociones en las cadenas de suministro, los mercados energéticos y los sistemas alimentarios mundiales- han alimentado otras crisis lejanas, desde África Occidental hasta el sur de Asia.
Pero hay mucho más de lo que preocuparse en el mundo. Dos estudios recientes -uno de un grupo de reflexión y otro de una organización humanitaria internacional- exponen los retos que deberían acuciar a los responsables políticos mundiales en 2023.
La Encuesta Anual sobre Prioridades Preventivas, publicada por el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), encuestó a más de 500 funcionarios, responsables políticos y académicos estadounidenses sobre la probabilidad de que se produjeran determinados acontecimientos este año y cuál sería su impacto en los intereses de Estados Unidos. El informe clasifica estas contingencias en tres grupos de posibles puntos calientes y crisis, al menos desde el punto de vista de Washington.