Mientras que en la primera generación de PAE (Planes de Ajuste Estructural) el Banco Mundial mantenía una indiferencia absoluta ante los roles de las mujeres en las economías a las que sometía, así como ante las devastadoras consecuencias de sus políticas sobre las condiciones de (sobre)vivencia misma de las mujeres, en los años noventa, esta institución se esforzó por aparecer como un verdadero instrumento de su emancipación.
La cuestión del género se vuelve omnipresente en todas sus elaboraciones y proyectos.
Pareciendo ya muy preocupado por tener en cuenta la situación específica de las mujeres y por incrementar sus posibilidades de elección, el BM les dedicó multitud de programas y préstamos. Ordenó una serie de proyectos de formación profesional para las mujeres de bajos ingresos, la modernización de la educación integrando el tema de la igualdad entre niñas y niños, la mejora de la nutrición, la planificación familiar y, también, el apoyo a la producción y participación económica de las mujeres.