Oficialmente, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sostiene que, con 1.826 ha de espacios verdes, la Ciudad cuenta con 6 m2 por habitante. En sus cálculos incluye plazoletas (77,8 ha secas), los jardines de la Av. General Paz (222,8 ha que no existen más después de los ensanches) y los polideportivos (27,4 ha, muchos concesionados). Descontando esos valores, quedan 1.378,9 ha que, divididas por 3 millones de habitantes, nos da 4,59 m2/hab. Pero además a esa cifra todavía le deberíamos descontar inmensas superficies impermeabilizadas en casi todas las plazas a partir de 2005, cuando se inicia su “puesta en valor”. Ese proceso no ha cesado y ha significado perder aproximadamente el 30% de la superficie absorbente de casi todos los espacios verdes de la Ciudad.
Los datos reales de espacios verdes por habitante varían -según su origen- entre 3 y 4 m2 /hab como máximo, muy por debajo de los entre 10 y 15 m2 /hab recomendados internacionalmente.
Pero estas cifras tienen otro aditamento: el uso de los espacios verdes de la Ciudad que se ven obligados a hacer millones de habitantes del Gran Buenos Aires ya que, tomando todas las ciudades que lo integran, allí, la proporción es de 1 m2 de espacio verde /hab, existiendo localidades enteras con cero (0) m2 /hab de espacio verde público.
Uno de los objetivos centrales del proyecto de nuevo Código Urbanístico presentado por el Gobierno de la Ciudad es el aumento de la constructividad; es decir, la posibilidad de construir más metros cuadrados cubiertos por parcela, permitiendo mayores alturas -y uniformes- en los edificios a lo largo de las diferentes calles y avenidas; y el “completamiento” de esa altura en las esquinas, hasta ahora exceptuadas. Se trata de un detalle no menor, ya que se traducirá en un agravamiento de los déficits de ventilación e iluminación al interior de la manzana y en los edificios linderos.