martes 6 de junio de 2023
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Cuando Gabo quiso dinamitar la ortografía

Cuando Gabriel García Márquez ya era el rey de la literatura en lengua española del siglo XX y podía permitirse cualquier desplante, incluso un desplante al idioma, decidió abrumar a los académicos de la Lengua de todas partes con una proposición que recorrió la espina dorsal de la razón ortográfica con una ferocidad que a él además le divirtió.

Era en 1997, él estaba pletórico, ganador, pero no venció en aquella guerrilla inesperada. Ahora, en Cádiz, se recuerda aquella gesta porque allí se han reunido, hasta ayer, académicos que supieron de la gesta sin porvenir de García Márquez. Nadie, ni los escritores más díscolos o avanzados, se han atrevido ahora a seguirle la corriente al colombiano. ¿Son más aburridos? Acaso, pero tampoco entonces fueron muchos los que le dijeron tal vez al autor de Cien años de soledad cuando él hizo sonar las campanas.

No se lo tomó muy en serio la concurrencia oficial, porque hay cosas, como la hache, que están ya para quedarse, pero al autor de Cien años de soledad se le puso en la cabeza de creador que ese baluarte del abecedario, que según él no valía para nada, al menos ese baluarte, debía caer.

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