miércoles 22 de marzo de 2023
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¿Cuánto es tener guita en la Argentina?

Caminar una manzana en muchos barrios de ciudades argentinas: alguna obra en construcción hay que esquivar. “¿Quiénes viven en los edificios que se construyen tanto?” Una pregunta pertinente para comprender a la ciudad y al país. Y es prima hermana de la más reciente “¿quiénes van a Qatar?”. O, básicamente, ya sin comillas, ¿quiénes tienen plata? Y, ¡más aún!, ¿cuánto es tener guita en la Argentina? La inflación descalabrada rompe todo: se corta a la larga cualquier línea de crédito sustentable para el que lo tiene que pagar, la revisión salarial se achica, crece la informalidad. Esa línea, como al nivel del mar, sólo capaz de relevar las preguntas que se hacen las personas cuando caminan y miran. Pecado de ser porteño, dicen, bueno, pecado doble: hablar de la ciudad.

La economía de esta crisis en siglo XXI cambalache: la actividad de ferias, los descuentos por efectivo, el bot de la poesía de los alias de Mercado Pago, el diezmo en la parroquia o la “ruta de la seda” del “¿tiene ropa para dar?”. Aparece también ese menjunje con la forma de una rebelión fiscal. Hay plata, ¿pero dónde está la plata? El sujeto político de la crisis es la informalidad. Las líneas paralelas de la economía. Y una que persiste en el paisaje urbano de casi todas las ciudades: la construcción de edificios. Un punto por el que pasan varias diagonales. Donde había un geriátrico, una casona vieja, un taller mecánico, ay, esquina del herrero, barro y pampa, alguien vio un terreno. Casas en filita vertical. La escalera al cielo al revés: llenar de edificios los barrios. Un folclorista lo dice mejor por radio: “no olvidemos que bajo de este cemento hay tierra”. Los inversores inmobiliarios ven lo mismo que Zamba Quipildor.

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