Uno de cada 10 argentinos vive en una zona donde el agua está contaminada con arsénico y su consumo en el tiempo puede causarle enfermedades, como cáncer, anemia o problemas de la piel. La falta de inversión en el suministro de agua potable agrava este escenario.
Sólo en la provincia de Buenos Aires, la más poblada del país, hay 31 localidades con niveles por encima de los 10 microgramos por litro (mcg/l) que aconseja la Organización Mundial de la Salud, de acuerdo con los resultados de la primera revisión de investigaciones y registros de los últimos 15 años. En esos documentos, el 87% de las muestras obtenidas en municipios bonaerenses en ese período superaban los valores seguros para la población.