Una regla básica de los chistes es que si hay que explicarlos pierden la gracia. Lo sabemos todos, incluso quiénes no nos dedicamos al oficio.
Ayer escribí un tuit relacionado con el tema del día: la creación de una Secretaría de la Resiliencia, hecho que finalmente fue descartado por el gobierno debido al escándalo que generó. Mi comentario era el siguiente.
Si bien estaba escrito en el estilo en el que los políticos suelen hacerlo (“me honra”) y lo arrobaba al presidente Alberto Fernández (@alferdez) como para darle entidad al ofrecimiento, el chiste estaba al final (“quedé en contestarle”) y era un guiño a la idea de la procrastinación, la acción de postergar, diferir y aplazar las decisiones, a pesar de tener la oportunidad de llevarlas a cabo.