«A ningún presidente brasileño, norteamericano o alemán, de derecha o de izquierda, se le ocurriría bastardear una industria clave para el futuro como la industria electrónica», afirma con furia la gobernadora de Tierra del Fuego, Rosana Bertone.
Sus palabras tienen un claro destinatario: Mauricio Macri, quien critica con dureza a la industria fueguina. Más aun, le endilga el haber dilapidado multimillonarios fondos para un resultado final muy pobre -el mero ensamble de piezas importadas- y la responsabiliza por la falta de avances concretos y escasos desarrollos de valor agregado.
Macri lamenta que en Ushuaia «haya un único muelle» para cruceros, una inversión a la que catalogó como «menor» frente «a los millones destinados a subsidios para tener una industria armando celulares».
Para el Ejecutivo, esa zona del país «reúne trabajo necesario y genuino para la logística de la Antártida y toda la pesca». Con esas palabras, deja claramente expresada su visión sobre el futuro del polo austral.