Aunque por el momento no se ha probado todavía en humanos -el experimento ha sido llevado a cabo con cerdos- estos tatuajes reales pueden tener la llave para el control en tiempo real de enfermedades crónicas como la diabetes o la insuficiencia renal. Su poder reside en que los colores se modifican a medida que cambian las concentraciones de biomarcadores clave.
La investigación, que ha sido publicada en Angewandte Chemie International Edition y liderada por el ingeniero químico Ali Yetisen de la Universidad Técnica de Múnich, pudo estimar con precisión las concentraciones basadas en fotos de teléfonos inteligentes de los tatuajes. Un paso más hacia la medicina personalizada, la modificación corporal y la biomonitorización.
Por otra parte, el artículo escrito por los investigadores recuerda que esta práctica no es algo nuevo ni propio del siglo XXI. “La modificación del cuerpo al inyectar pigmentos en la capa de la dermis es una costumbre que tiene más de 4000 años”. En el caso que hoy nos ocupa, los sensores de tatuajes implantados en la dermis sirven como poderosa herramienta de diagnóstico, mostrando las variaciones en el pH, la glucosa y las concentraciones de albúmina mediante biosensores colorimétricos.