El Gobierno tomó la iniciativa de la campaña electoral, con un tono fuerte buscando extremar la polarización en las PASO del próximo 11 de agosto. La clave de esa estrategia es «demoler» a Axel Kicillof en Buenos Aires, asociándolo al cepo, lo peor del pasado económico del kirchnerismo, al «marxismo» y a un eventual gobierno de la Cámpora a futuro («Máximo Kirchner 2023») si llegara a ganar en la provincia. Si María Eugenia Vidal lograra reelegir en Buenos Aires, el mayor territorio donde peor le va a Mauricio Macri, mejor mide Cristina Kirchner y no hay ballottage, en la Casa Rosada creen que el impulso les daría el triunfo nacional. Al revés ocurriría si la gobernadora fuera derrotada en la elección.
El laboratorio de Jaime Durán Barba y Marcos Peña pudo pisar el acelerador en esa estrategia («En esta elección está en juego la democracia», dijo el Presidente), gracias a la estabilidad cambiaria de los últimos 2 meses que quebró la desconfianza que prevalecía adentro y afuera.
Ahora los mercados creen que Macri tiene altas chances de ganar la elección y eso genera un «círculo virtuoso» para el oficialismo. Los «mercados» son los principales bancos de inversión extranjeros, que trasmiten a sus clientes un escenario electoral cerrado para las PASO, en el que Macri cuenta con más probabilidades de triunfar en un ballottage.