El pasado primero de septiembre, el gobierno de Mauricio Macri implementó controles de capital en un intento por frenar la fuga de dólares y anunció negociaciones para “reperfilar” el pago de la deuda en un esfuerzo por contener la escalada de la crisis financiera que amenazaba la estabilidad económica y política de la Argentina.
El Banco Central puso un límite de US$ 10.000 a las compras por parte de particulares, ordenó a los exportadores repatriar moneda extranjera dentro de los cinco días posteriores al pago y obligó a las empresas a pedir la autorización del banco para comprar dólares, excepto para casos de importación. Desde entonces, el peso se ha estabilizado después de caer cerca de 25% en agosto y la urgencia inicial de los argentinos por retirar efectivo de sus cuentas de ahorro en dólares también se disipó.