¿Sería posible un mundo sin mariposas, abejas y polillas? La respuesta es un rotundo no. La polinización que llevan a cabo es una función esencial de supervivencia ecológica. Sin polinizadores, la raza humana y todos los ecosistemas terrestres de la tierra no sobrevivirían.
En ausencia de polinizadores, las poblaciones de plantas existentes disminuirían y, por tanto, la calidad del aire descendería, los suelos sufrirían mayor erosión y el ciclo del agua estaría alterado porque no habría plantas que devolvieran el agua a la atmósfera. Además escasearían los alimentos, dado que de las 1.400 plantas de cultivo que existen –es decir, aquellas que producen todos nuestros alimentos y productos industriales a base de plantas–, casi el 80 % requiere polinización por parte de animales.
Entre los polinizadores, las abejas ocupan un lugar especial. Existen unas 20.000 especies de abejas reconocidas, de las cuales unas cincuenta especies son manejadas por personas y alrededor de 12 son utilizadas para la polinización de cultivos.