¿Ha conseguido finalmente el Reino Unido el traje a medida que buscaba con el Brexit? La pregunta se ha planteado después de que Londres y Bruselas hayan cerrado el acuerdo definitivo, la ansiada fumata blanca respecto a la polémica del Protocolo de Irlanda del Norte, pieza clave del acuerdo de divorcio que nunca se llegó a ejecutar por todos los problemas burocráticos y políticos que crearon los nuevos controles aduaneros que había que aplicar a la provincia británica. El denominado Acuerdo Marco de Windsor marca ahora el inicio de nuevo capítulo en las relaciones entre el Reino Unido y la UE, alejado de las amenazas que en su día vertió Boris Johnson y que a punto estuvieron de iniciar una guerra comercial.
¿Hay claros vencedores y vencidos? Pues la cuestión es que el Reino Unido ha ganado, pero también la UE, que no ha cedido en sus líneas rojas. La tragicomedia del Brexit se había convertido en tal esperpento que volver ahora a lo básico resulta extraño. Al final, el compromiso entre adultos ha sido la solución para afrontar las diferencias políticas. Así de simple. Y así de complejo para un divorcio que se votó en junio de 2016 y se materializó en enero de 2020.