No se conoce la letra chica del acuerdo Mercosur – Unión Europea. Los principales afectados, a favor y en contra, no fueron consultados. Funcionarios del gobierno dicen que recién ahora se reunirán con ellos para comentarles de qué se trata lo que se firmó en Bruselas. Un Gobierno que se jacta de la apertura al diálogo y al consenso avanzó en una negociación, dominada por el secretismo, que puede definir la matriz productiva del país ignorando la opinión de industriales y de trabajadores de sectores sensibles.
Este comportamiento se entiende en la firme convicción del presidente Mauricio Macri de que la industria argentina es vetusta, como se lo ha dicho a varios de los principales dueños de grandes firmas productoras de manufacturas, y, por lo tanto, no merece ser considerada como prioritaria. Un desprecio que mezcla ignorancia acerca de cómo se han desarrollado los países y una rivalidad no resuelta con su padre industrial. Franco ha fallecido; ahora le toca el turno de terminar con la industria y le será más aliviador a él si en primer lugar se encuentra la automotriz, donde el grupo Macri fue uno de sus protagonistas con Sevel (Franco echó al hijo Mauricio de esa empresa por la escasa habilidad que demostraba en la administración del negocio). Por lo pronto, ese objetivo ya lo está cumpliendo porque el sector está siendo destruido en sus años de gobierno.