Hasta dónde podrá avanzar el gobierno en su política económica, sostenida en el endeudamiento externo para financiar los graves desequilibrios internos, es la pregunta que se formulan los analistas económicos, a derecha e izquierda, adentro y afuera del país. Y en qué puede derivar la situación económica si se produce una crisis, es el otro interrogante central. Germán Herrera Bartis, economista de la Universidad Nacional de Quilmes y de AEDA, especializado en economía del desarrollo, ofrece la siguiente reflexión. “Las cuatro últimas crisis de divisas que sufrió el país, entre 1981 y 2001, estuvieron precedidas de un fuerte déficit en la cuenta corriente del balance de pagos; precisamente es la situación que se da ahora, un déficit de la cuenta corriente que alcanzó niveles récord en 2017; debería prestársele más atención al asunto, porque cuando el déficit en cuenta corriente llega a niveles tan altos, es un buen predictor de una crisis en el horizonte”. El gráfico que acompaña esta nota fue elaborado por Germán Herrera, y da cuenta de los cuatro episodios que refiere en su comentario: crisis de la deuda en 1982 (fin de la dictadura cívico militar), caída del Plan Austral en 1988 (el principio del fin para el gobierno de Alfonsín); crisis del Tequila en 1994/95 (que Menem logró sortear siendo reelecto para un nuevo mandato) y el colapso de la convertibilidad en 2001 (fin del gobierno de De la Rúa). Previo a cada uno de ellos, el país había estado sometido a una fuga de divisas que disparó un desequilibrio entre el ingreso y egreso de dólares que llevó el déficit en la balanza de pagos a niveles de entre 3,5 y 4 puntos del PBI. En 2017, ese déficit va en vías de superar el 5 por ciento del PBI, un récord histórico. ¿Es el preanuncio de una nueva crisis?