En el año 2000 se realizó una importante modificación al Código de Planeamiento porteño que trajo problemas graves de colapso de la infraestructura de los servicios públicos que no estaba preparada para recibir la nueva sobrecarga constructiva. La situación fue tan dramática que Telerman, en su carácter de jefe de Gobierno, dictó el Decreto N.º 1.929/2006 que suspendió por 3 meses el otorgamiento de permisos de obra nueva en los barrios de Villa Urquiza, Coghlan, Núñez, Palermo, Villa Pueyrredón y Caballito, para evaluar la capacidad de carga de la infraestructura.
En 2016, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) inició el debate para ya no actualizar la normativa urbanística, sino renovarla integralmente. Así se propuso derogar el Código de Planeamiento y su reemplazo por el Código Urbanístico. Esta decisión partió con dos errores importantes.
Primero se debió actualizar el Plan Urbano Ambiental, ley madre de planificación de la ciudad, antes de avanzar con el Código Urbanístico. En un orden sensato de planificación, primero se arranca con los lineamientos principales que determinarán el futuro de la ciudad y luego con la aprobación de las herramientas que deberían operativizar dichos lineamientos. En este caso, se avanzó primero con la herramienta (Código Urbanístico), que concretiza lo que se puede construir en cada parcela de la ciudad, y no con el Plan Urbano Ambiental que para entonces ya se encontraba vencido.