El científico Stephen Hawking, quien murió este miércoles a los 76 años, se enfrentó toda su vida a dos preguntas que usualmente van unidas.
La primera: ¿cómo se creó el universo?
Para intentar responderla, se dedicó al estudio de la teoría del Big Bang y la teoría del todo, dos de sus más grandes aportes a la ciencia, con las que intentó explicar el origen del universo.
Ambas, aunque bastante complejas, lo llevaron a una conclusión simple y contundente: «No es necesario invocar a Dios para encender la mecha y darle inicio al Universo». Y así lo escribió en su libro «El gran diseño» en 2010.